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Analistas 13/01/2015

Un rebote económico, no un auge

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Sostendría que gran parte de lo que estamos viendo refleja el estrechamiento de la austeridad. Estados Unidos nunca ha tenido un plan de austeridad proclamado estilo británico, pero de todos modos hemos tenido mucha austeridad, especialmente en forma de recortes en el gasto estatal y local. Y aunque el gasto aún no ha rebotado, al menos ha dejado de achicarse.

Y es importante comprender que, pese a todo lo que se dice sobre cómo es que el Obamacare, la retórica antiempresarial del presidente y su ateísmo islámico keniano están destruyendo negocios, el sector privado de hecho ha sido relativamente fuerte bajo el gobierno del Presidente Obama. Desde que tomó el mando, hemos ganado 6.7 millones de puestos de trabajo en el sector privado, en comparación con apenas 3.1 millones en el mismo punto bajo la administración del Presidente George W. Bush. Pero con el gobierno del Sr. Bush habíamos sumado 1.2 puestos de trabajo en el sector público, mientras que con el Sr. Obama hemos recortado 600,000. El punto es que desempeño relativamente bueno en el sector privado ha sido enmascarado por recortes en el sector público; esto es lo contrario a lo que normalmente se escucha, pero no sorprende.

¿Qué hay respecto a nuestras perspectivas? Tal como lo he señalado antes, la inversión de las empresas ha sido relativamente fuerte. Sin embargo, la inversión residencial ha sido muy baja desde 2006, sugiriendo que existe un atraso en la demanda acumulada, lo que debería entrar en juego en un mercado laboral que mejora.

Entonces, esa es una fuente de fortaleza. Pero también está el precio bajo del petróleo, lo que principalmente será algo positivo para la economía, aunque habrá ciertos efectos regionales adversos.

Entonces, en general, los próximos dos años probablemente van a ser muy buenos. Esto no significa que el historial general de política haya sido bueno; hemos desperdiciado billones en producción perdida y hemos dañado la vida de millones, si no es que de decenas de millones.

Pero se sentirá mucho mejor que los años previos.

Moscú en el brazo

Bueno, realmente no. Pero la caída en el precio del petróleo tendrá efectos muy distintos sobre diferentes regiones de Estados Unidos: los estados que más se han beneficiado del auge del petróleo en esquisto sufrirán mucho, incluso mientras la mayoría de los estadounidenses ganen.

Los grandes perdedores estarán en las Dakotas y en Nebraska, pero toda esa región tiene una población no mucho más grande que la de Brooklyn. La gran enchilada es Texas. ¿Qué tan importante será ahí la caída del petróleo?

Muy importante.

Si analizamos los datos regionales del Buró de Análisis Económico, vemos que nacionalmente la producción minera ha crecido mucho (39 por ciento entre 2007 y 2013), pero sigue siendo un cambio bastante menor a nivel nacional; 0.7 por ciento del producto interno bruto (PIB) de 2007. Sin embargo, más de la mitad del crecimiento minero se presentó en Texas, que apenas representaba 8 por ciento de la economía nacional. Por tanto, en Texas la minería contribuyó directamente a 4.7 por ciento del PIB. Si usamos un multiplicador de 1.5, que es lo que sugieren las mejores investigaciones, concluimos que el auge del petróleo en esquisto sumó 7 por ciento al crecimiento de Texas; y lo que el esquisto da, el esquisto puede quitar ahora.

No estamos hablando de un verdadero desastre. Quiero decir, no es que Texas sea un estado unipartidista con una cultura de corrupción y capitalismo de compinches. Ah, esperen. Pero en serio, ciertamente no estamos viendo una crisis estilo Rusia. Sin embargo, podríamos estar viendo una situación en la que Texas caiga en recesión incluso mientras al resto del país le va bastante bien. Esto es, después de todo, lo que pasó luego del colapso del precio del petróleo en 1985.

Debe ser algo interesante de observar.

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