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Analistas 10/05/2015

Refutando el mito de la “nación de tomadores”

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¿Qué necesitaba corrección? Básicamente, la narrativa de “nación de tomadores”, según la cual hemos estado aportando sumas cada vez más grandes a ayudar a los pobres, todo sin hacer mella en la tasa de pobreza.

La realidad es que el gasto en “seguridad del ingreso” (que virtualmente incluye todo lo que pueda interpretar como ayuda para gente de ingresos bajos, con excepción del Medicaid) básicamente se ha mantenido constante durante décadas, con un arranque temporal (y apropiado) debido a los beneficios por desempleo y vales de comida durante la Gran Recesión.

Si no lo cree, piense en esto: ¿Dónde están estos grandes programas antipobreza? Tenemos vales de comida y el crédito al impuesto sobre el ingreso percibido. El programa de Asistencia Temporal para Familias Necesitadas, sucesor de la clásica asistencia social, es una sombra del programa anterior. Por tanto, además del servicio de salud, ¿dónde están las enormes sumas que supuestamente estamos gastando?

Mientras tanto, no es cierto que la pobreza haya permanecido igual; se sabe que la métrica oficial es fallida, y una medición mucho mejor del Buró de Censo de Estados Unidos muestra progreso, aunque no tanto como nos gustaría.

Entonces, de cierta forma resulta desalentador ver que esta narrativa exhaustivamente refutada emerja en parte de la discusión inspirada en Baltimore.

La paranoia golpea fuerte

Quizás piense que la gran noticia de los últimos días ha sido los disturbios en Baltimore, o, si tiene prioridades diferentes, la bebé de Kate o la pelea entre Mayweather y Pacquiao. Pero en ciertos círculos, la gran cosa ha sido la creencia del ala derecha de que la operación Jade Helm 15, un ejercicio militar en Texas, es una cubierta para que el presidente Obama tome el control del estado y fuerce a sus ciudadanos a aceptar a punta de pistola el servicio médico universal.

No, en verdad, y esto está siendo tomado en serio por Ted Cruz, senador republicano y candidato presidencial, y por el gobernador, quien ha ordenado a la Guardia del Estado de Texas que mantenga vigilados a los federales y a sus actividades posiblemente infames.

Antes de desdeñarlo, piense en qué le pasaría a un político demócrata que otorgara la misma credibilidad a una teoría de conspiración izquierdista así de sacada. Ni siquiera se me ocurre cuál pudiera ser esa teoría.

Y no se trata de un incidente aislado. Debería ver al pánico por los helicópteros negros del Obamacare como parte de una sucesión que corre por los “sabedores de la verdad” sobre la inflación como Niall Ferguson, historiador de Harvard, y la autora conservadora Amity Shlaes, quienes insisten en n que el gobierno está manoseando la información económica, hasta teóricos de la conspiración de la relajación cuantitativa como (lamentablemente) el economista John Taylor y el diputado Paul Ryan, quienes afirman que Ben Bernanke, ex director de la Reserva Federal, solo promulgó la política para rescatar al Sr. Obama, hasta la prevalencia general de la “estupidez de la inflación”, la insistencia en que la híper inflación está a la vuelta de la esquina pese a los más de seis años de pronósticos fallidos.

Aquí está pasando algo. No es exactamente claro qué, pero es muy notable, y espeluznante.

Debatiendo soluciones para la pobreza

A finales de abril, protestas envolvieron la ciudad de Baltimore luego que Freddie Gray, un afroamericano de 25 años, muriera en custodia policial. El caso del Sr. Gray es el más reciente en una serie de muertes relacionadas con la policía durante los últimos meses que han generado manifestaciones en toda la nación contra la brutalidad policiaca, el racismo y la desigualdad.

Aunque muchas de las protestas luego de la muerte del Sr. Gray fueron pacíficas, algunos manifestantes se involucraron envandalismo y confrontaciones violentas con la policía, lo que llevó a la implementación de un toque de queda temporal. El 1° de mayo, seis oficiales fueron acusados por conexión con la muerte del Sr. Gray.

Algunos analistas han planteado que las protestas de Baltimore fueron una reacción a la desesperada situación económica que encara la comunidad afroamericana de la ciudad. En West Baltimore, el vecindario del Sr. Gray, por ejemplo, el desempleo de la gente de entre 16 y 64 años es de aproximadamente 50 por ciento.

Varios republicanos han sostenido que las condiciones en Baltimore demuestran que los esfuerzos de la nación contra la pobreza no están funcionando. En “Face the Nation”, un programa de la CBS, el diputado Paul Ryan, un republicano de Wisconsin, dijo el 3 de mayo que “luego de una guerra de 50 años contra la pobreza y de billones de dólares gastados, seguimos teniendo las mismas tasas de pobreza”. También sostuvo que cualquier solución posible no debería ser “una función de bombear más dinero al mismo sistema fallido, porque simplemente obtendremos el mismo resultado”.

Cercana al 15%, la tasa oficial de pobreza en Estados Unidos ha seguido siendo tercamente consistente desde la década de 1960. Sin embargo, la métrica oficial solo mide el ingreso en efectivo de una familia y no toma en cuenta los costos de trabajar, incluyendo el transporte y el cuidado infantil.

Una métrica alternativa, llamada Medida Suplementaria de Pobreza, toma en cuenta estos costos, así como el valor de los beneficios gubernamentales, cambios en el precio de necesidades básicas y disparidades regionales en los costos. De acuerdo con esta métrica, la tasa de pobreza ha caído en casi 10 puntos porcentuales desde la década de 1960, de 25 por ciento a apenas por encima de 15%.

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