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Analistas 14/10/2014

Pecados, tanto morales como intelectuales

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Obviamente alguien puede discrepar con mi lado y aún así ser una buena persona. Por otro lado, hay mucha gente mala involucrada en el debate económico. Y no quiero decir que estén equivocados; hablo de que debaten de mala fe.

Lo que nos lleva al fascículo de hoy de “ahh, sí, son así de malos”, cortesía de Bloomberg. Quizás recuerde la infame carta abierta de 2010 dirigida a Ben Bernanke, entonces presidente de la Reserva Federal, que advertía que sus esfuerzos para impulsar la economía corrían “el riesgo de devaluar la moneda e inflación”. Solo en caso de que se esté preguntando la naturaleza política de la carta, entre los 23 signatarios figuró el célebre experto monetario William Kristol, editor de la conservadora Weekly Standard.  

A principios de este mes, reporteros de Bloomberg tuvieron la brillante idea, ahora que han pasado casi cuatro años de baja inflación, de preguntar a los firmantes si concederían haberse equivocado. Ni locos. Vamos, solo dijeron que había un “riesgo” de inflación, y a la economía no le ha ido bien. ¡Así que todo bien! (puede leer aquí el artículo de Bloomberg: bloom.bg/1mSR3a8).

Solo por decir lo obvio: si la inflación de hecho hubiera aumentado, hubieran clamado reivindicación. Así que con cara ganan, y con cruz no pierden.

Y éste está lejos de ser el único ejemplo de juego de piernas de los “inflacionistas” y los aprensivos de los bonos, negándose a admitir haber dicho lo que dijeron y estando completamente indispuestos a admitir sus errores.

Me esfuerzo mucho para no comportarme de esa forma. Si cometo un error (como mi extremo pesimismo con la sobrevivencia de corto plazo del euro, o mis advertencias en 2003 sobre una crisis de deuda en Estados Unidos), intento admitirlo, e identificar por qué me equivoqué. Sin lugar a dudas ha habido ocasiones en que he reescrito la historia para hacerme ver mejor, pero intento evitarlo; es un pecado moral e intelectual importante.

¡Y vaya que hay pecadores ahí afuera!

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