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Analistas 15/07/2013

Nuestra interminable depresión: las cosas no tienen que ser así

La República Más
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He estado teniendo una extraña reacción ante las noticias recientes sobre la política económica.

Están pasando cosas: la Reserva Federal de Estados Unidos equivocó sus comunicaciones, haciendo su parte para socavar el modesto crecimiento económico; la Comisión Europea como que está relajando sus exigencias de austeridad; el Banco de Inglaterra parece haber emitido orientación de que va a emitir orientación, y así por el estilo. Pero con la posible excepción de la “Abenomía” en Japón, todo es bastante trivial.
 
Y es decepcionante. Tuvimos lo que se sintió como un debate intelectual épico respecto a la economía de la austeridad, que terminó, como siempre termina la mayoría de este tipo de debates, con una impactante victoria para el lado opuesto a la austeridad, y difícilmente algo cambió en el mundo real. Mientras tanto, el comité del dolor está inventando dudosos motivos para recrudecer la política monetaria. Y el desempleo masivo continúa.
 
Entonces, ¿cómo termina esto? A continuación. un pensamiento deprimente: tal vez no termine.
 
Cierto, algo podría presentarse; una tecnología nueva que induzca mucha inversión, una guerra, o tal vez simplemente una acumulación suficiente de “uso, descomposición y obsolescencia”, en palabras de John Maynard Keynes. Pero en este punto tengo serias dudas sobre si habrá eventos que obliguen a acción de política.
 
Primero que nada, creo que muchos solíamos creer que un alto desempleo sostenido llevaría a una deflación sustancial, tal vez acelerada, y que esto forzaría a los formuladores de política a hacer algo vigoroso. Ahora está claro, empero, que la relación entre inflación y desempleo se aplana con tasas de inflación bajas. Probablemente podemos tener alto desempleo y precios estables en Europa y Estados Unidos durante mucho tiempo, y todas las mentes sabias insistirán en que todo es estructural, y que nada puede hacerse hasta que el público acepte  recortes radicales en la red de seguridad.
 
¿Pero no habrá una demanda siempre creciente del público para que haya acción? De hecho, eso no está del todo claro. Aunque hay una creciente “fatiga de austeridad” en Europa, y esto podría provocar una crisis, la abrumadora conclusión de los estudios políticos en Estados Unidos es que el nivel de desempleo difícilmente importa para las elecciones; que lo único que importa es la tasa de cambio en los meses previos a los comicios.
 
En otras palabras, podría llegar a aceptarse el alto desempleo como lo más normal, políticamente y también en análisis económicos.
 
Supongo que lo que quiero decir es que me preocupa que una depresión más o menos permanente simplemente pueda terminar siendo aceptada como si las cosas fueran así; que pudiéramos soportar un interminable sufrimiento gratuito y que la élite política y de formuladores de política no sienta la necesidad de cambiar su forma de hacer las cosas.
 
Ah, y que tengan un buen día.
 
El club siempre equivocado
¡Ajá! Floyd Norris, el columnista financiero de The New York Times, nos recordó recientemente de una carta abierta enviada en 2010 a Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal, por 23 economistas que advertían sobre las terribles consecuencias (“pérdida de valor de la moneda e inflación”) de la relajación cuantitativa. Los signatarios son algo así como el quién es quién del error, desde Niall Ferguson y Amity Shlaes hasta John Taylor. Y otra vez se volvieron a equivocar.
 
Pero eso no disminuirá su reputación entre la derecha, ni siquiera un poco. ¿Cómo lo sé? Bueno, en la lista también está Kevin Hassett (presumiblemente porque le pidieron que estuviera), coautor del libro “Dow 36,000” y también prominente negador de la existencia de una burbuja de viviendas. ¡Que me engañen una vez! ¡Que me engañen dos veces! ¡Que me vuelvan a engañar! Vamos. No importa.
 
Bastante asombroso. 
 

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