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Analistas 08/08/2016

Las nuevas economías urbanas

Foto: The New York Times
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El artículo, escrito por el reportero Nelson Schwartz, presenta un menú de motivos por los que las compañías están abandonando campus suburbanos para mudarse otra vez a ciudades centrales. Esta sección, pienso, llega a la esencia de la situación: “’Parte de esto es que las ciudades son lugares más atractivos para vivir que hace 30 años, y están más dispuestas a dar incentivos fiscales, y la gente joven quiere estar ahí’, dice David J. Collis, quien da clases de estrategia corporativa en la Escuela de Negocios de Harvard. ‘Pero, la tendencia también representa la deconstrucción y desagregación de los cuarteles corporativos tradicionales’, explica. ‘La clase ejecutiva quizá esté en el centro, pero las oficinas de apoyo y las funciones administrativas podrían estar en Colorado, los tipos de finanzas en Suiza y el equipo de impuestos en el Reino Unido’”.

Esto se relaciona con una discusión identificada con el economista Ed Glaeser que se remonta a la década de 1990: ¿En qué forma afectaría Internet a la urbanización?

En ese entonces (hace aproximadamente 20 años), mucha gente sugería que los grandes centros urbanos de Estados Unidos seguirían en decadencia porque cualquiera que tuviera un módem podía hacer trabajos de cuello blanco desde la región norte de Texas, u otras partes. Pero el Sr. Glaeser y su compañero economista Jess Gaspar sostuvieron en un documento de investigación publicado en la Revista de Economía Urbana que el efecto podría operar en sentido inverso; que el contacto vía Internet incrementaría la demanda de reuniones y ciudades mejoradas.

Creo que en ese entonces sostuve (¡aunque no sé si alguna vez lo dejé por escrito!) que la tecnología de la información facilitaría que gente de centros metropolitanos densos diera servicios a personas de ubicaciones remotas, también mejorando los centros urbanos.

Diría que lo que estamos viendo ahora es un caso especial (o al menos un pariente cercano) del segundo argumento. En el mundo de ahora, las funciones de los cuarteles generales centrales (el trabajo realizado por los altos ejecutivos y expertos altamente bien pagados) pueden separarse de las operaciones más mundanas de la compañía. Estas funciones de más calidad también se benefician más de las economías de aglomeración de una ciudad grande, y ni hablar de los servicios que dicho lugar ofrece para la gente cuyos salarios son suficientemente altos para permitirles vivienda decente pese a los precios.

Mientras tanto, ya no es necesario tener todas las operaciones de apoyo en el mismo lugar, requiriendo que muchos trabajadores con sueldos menos buenos enfrenten alquileres caros incluso sufriendo largos recorridos en el metro para llegar a Manhattan desde Queens, por ejemplo.

Entonces, lo que estamos teniendo son servicios remotos desde los centros urbanos de los “clientes”, que en este caso son las otras piezas de los que anteriormente eran cuarteles generales físicamente unidos.

Esto es bueno para las economías urbanas, aunque refuerza la tendencia de los centros urbanos a convertirse en patios de juego para las personas muy ricas.

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