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Analistas 13/04/2015

Imaginando una Escocia independiente

La República Más
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El Sr. King tenía muchas cosas interesantes que decir (vaya que es duro con los hacedores de política en la eurozona y, a mi entender, bastante comprensivo con el liderazgo griego actual). Pero ataviado con mi sombrero de economista internacional, pensé que la discusión más interesante involucraba el caso hipotético de una Escocia independiente que usara como moneda la libra esterlina.

Anteriormente he escrito bastante sobre el tema, y dada mi formación, mi enfoque ha sido ver esta cuestión a través del lente de la teoría de la zona monetaria óptima.

Esta teoría se enfoca principalmente en el problema de responder a choques asimétricos; un desplome en España mientras la economía de Alemania está en auge, por ejemplo. Sabemos, o pensamos saber, que cuando pasa algo así, la integración fiscal es crucial (Florida puede contar con que Washington pagará sus pensiones y servicio médico, por ejemplo, pero España no tiene ningún colchón comparable). La experiencia de Europa desde 2009 también nos ha llevado a enfocarnos en la integración bancaria, o falta de ésta.

Sin embargo, lo que el Sr. King sugirió (luego de presionarlo un poco) fue que estas cuestiones son relativamente carentes de importancia en el caso de Escocia. Los bancos escoceses, sostuvo, en este punto realmente no son escoceses; tanto de su propiedad y negocios está basado fuera de Escocia que son efectivamente ingleses. Entonces, seguramente conservarían privilegios de prestamista de última instancia del Banco de Inglaterra y serían rescatados de ser necesario.

El Sr. King también sostuvo que el ciclo de negocios de Escocia se correlaciona de cerca con el del resto de Gran Bretaña, de tal forma que choques asimétricos del tipo sufrido por países de la eurozona (o regiones de Estados Unidos) serían menores.

Interesante. Recuerdo que a principios de la década de 1990 muchos defensores del euro nos aseguraban que los choques asimétricos no serían un problema. En la realidad, el auge y caída en los flujos de capital intra-europeos dio lugar a la madre de todos los choques asimétricos.

Por otro lado, Escocia no tiene muchas propiedades costeras de agua caliente con las que la gente pueda especular.
Una lamentable pérdida para la economía

Malas noticias: José da Silva Lopes, economista y funcionario gubernamental portugués que jugó un papel crucial en conducir a su país hacia la comunidad de la Europa democrática, falleció el 2 de abril.

Conocí al Sr. Silva Lopes en 1976, cuando formé parte de un grupo de estudiantes de posgrado del MIT que pasó el verano trabajando en el Banco de Portugal, del que era gobernador en ese entonces. Anteriormente he escrito sobre esa experiencia; simplemente permítanme añadir que trabajar con el Sr. Silva Lopes (quien debió haber estado de cierta forma horrorizado de intentar manejar a un montón de groseros estudiantes al mismo tiempo que manejaba el caos de un sistema político aún inestable, pero quien mostró inagotable buen humor e inteligencia) era uno de los verdaderos atractivos de toda la cuestión.

De hecho, a continuación una anécdota: estábamos trabajando en un espacio alquilado fuera de la propiedad del banco, y en el piso de arriba había una misión comercial soviética. Una vez bromeamos con él de que los rusos podían haber estado espiándonos, a lo que respondió: “¡No me importa lo que los rusos descubran, me preocupa la prensa!”

Otra: sus declaraciones sobre el estado de las reservas internacionales (“cuando tenga reservas para seis meses, no tendré reservas”) fue una inspiración clave para mis primeros trabajos sobre crisis monetarias.

Y otra más: en ese entonces, Portugal era una nación de salarios bajos dentro de Europa, por lo que exportaba mucha indumentaria. El Sr. Silva Lopes: “no somos una república bananera, somos una república piyamera”.

En los años siguientes, añadió más capítulos a su ilustre carrera (más de los que yo conocía, me avergüenza decir) encabezando esfuerzos de reformas fiscales y más. Me sentí honrado y encantado de volverlo a ver hace dos años, y le pedí que dijera algunas palabras cuando recibí títulos honorarios en Lisboa. Si lee sus palabras (aquí: bit.ly/1yaSSFA) verá que estaba tan lúcido (y de buen humor) como siempre.

El mundo ha perdido un gran hombre increíblemente agradable.

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