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Analistas 11/03/2017

Extrayendo la verdad de las promesas del carbón de Trump

Foto: New York Times
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Si la democracia estadounidense fracasa, estos supuestos analistas, que de hecho simplemente son malos críticos de teatro, compartirán parte de la culpa.

Pero dejando eso a un lado, me sorprendió la persistente insistencia de Trump en que va a hacer que vuelvan los empleos en la extracción de carbón. Eso dice algo notable sobre él y sobre el cuerpo político.

Por supuesto, no va a hacer que vuelva la minería carbonífera como ocupación. El desplome en el empleo en la extracción de carbón empezó hace décadas, impulsado principalmente por el cambio hacia la minería a cielo abierto y la minería de remoción de la cima de las montañas. Un renacimiento parcial luego de las crisis petroleras de la década de los 70 fue seguida por una renovada caída (¡durante el mandato del presidente Reagan!), y la fracturación hidráulica y el gas barato propinaron el golpe final. Dar nueva libertad a las compañías carboníferas para que contaminen los arroyos y a las empresas de suministro para que destruyan el planeta no hará una mella perceptible en esa tendencia general.

Pero esta es la cuestión: ¿Por qué la gente está tan obsesionada con los empleos relacionados con el carbón de cualquier manera?

Incluso en el corazón de la región carbonífera, la industria realmente no ha sido una fuente importante de empleo desde hace mucho tiempo. En Virginia Occidental, por ejemplo, cuando comparamos la ocupación en la minería con aquellas que involucran algún tipo de cuidado de la salud, como porcentaje del empleo total, el trabajador típico es básicamente una enfermera, no un minero; y así ha sido desde hace décadas.

Entonces, ¿por qué ese estado apoya abrumadoramente a un candidato que no hará que vuelva un número significativo de empleos mineros pero que muy posiblemente destruirá el servicio médico para mucha gente, lo que significa pérdida de empleos así como vidas destruidas?

La respuesta, supondría yo, es que el carbón realmente no tiene nada que ver con el carbón; es un símbolo de un orden social que ya no existe, y que involucra tanto cosas buenas (comunitarias) como malas (racismo abierto).

Trump está vendiendo la fantasía de que puede restaurarse este viejo orden, con promesas aparentemente sustanciales sobre puestos de trabajo específicos que principalmente son un simple empaque.

Una idea subsecuente es que Trump tal vez no resulte tan gravemente afectado por no cumplir sus promesas como podríamos esperar: no puede generar empleos vinculados al carbón, pero puede imponer castigo a varios tipos más. Supongo que ya lo veremos.

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