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El vínculo entre España y América Latina mantiene una constante histórica desde 1492 y ha demostrado ser capaz de cambiar, renovarse y adaptarse a las nuevas coyunturas. Y eso es lo que en esta segunda década del siglo XXI vuelve a ocurrir: la relación vive un intenso proceso de renovación, profundización y revitalización producto de los cambios que se producen en el seno del vínculo. Unas transformaciones en la relación que protagonizan tanto las pymes españolas como las multilatinas. La relación ya no es como en los 90, unidireccional, de España hacia Latinoamérica sino que tiene características bidireccionales: las empresas latinas, notablemente mexicanas, brasileñas, colombianas y peruanas, han acelerado su internacionalización y desembarco en España.
Las cifras no engañan: en 2013 más de 48.000 empresas españolas hicieron negocios en la región. En México operan 5.000 empresas españolas, mientras que en Colombia y Perú existen unas 400 en cada país. Así esas pymes se convierten en embajadoras de prosperidad: llevan su Know How a América Latina, crean riqueza y generan 400.000 empleos. Además, su aterrizaje muestra uno de los grandes cambios de la región, que la hace aún más atractiva: el crecimiento y consolidación de las clases medias que sostiene la demanda interna.
En esta relación iberoamericana también hay importantes elementos de continuidad con lo sucedido en los 90: las compañías españolas apostaron entonces por la región no de forma coyuntural sino de modo permanente. Decidieron quedarse en las buenas épocas (período de reformas de los 90, década dorada 2003-13) y permanecieron en las malas, como en la media década perdida (1998-2003). También continúan ahora, cuando el crecimiento atraviesa un período de debilidad.
Prueba de esa apuesta estratégica es que desde los 90 han llegado a América Latina inversiones por 125.696 millones de euros. Ahora América Latina es también la apuesta estratégica para la pymes: según IE Business School, el 75% de las empresas españolas con inversión en la región piensa incrementarla en 2015 y un 22%, mantenerla. Como señala Martínez Lázaro, profesor de IE, “la vocación de permanencia y el compromiso con la región ya no es solo patrimonio de las grandes multinacionales españolas, sino que cada vez veremos más pymes españolas en los mercados iberoamericanos”.
Otra nueva tendencia en esta relación bioceánica, que va a ir a más, es la llegada a España de grandes volúmenes de inversión latinoaméricana. Ya pasaron los tiempos del manido y tópico concepto de la “reconquista española” y en la actual coyuntura lo que más claramente se está forjando es un espacio empresarial iberoamericano, donde los flujos de inversión son de ida y vuelta y están protagonizados por empresarios y emprendedores de ambos lados del océano.
Cerca de 5.000 millones de euros han llegado a Europa desde Latam. México es el sexto inversor mundial en España y primero latinoamericano, con un volumen de IEDa de 20.456 millones. Le sigue Brasil, undécimo inversor, con 5.863 millones. También entre los recientes desembarcos figura el grupo colombiano que lidera Jaime Gilinski, el banco venezolano Banesco o el grupo Santo Domingo.
Pero aún queda mucho para hacer para fortalecer e institucionalizar este espacio empresarial iberoamericano. Una de esas asignaturas pendientes es el comercio, donde España, la UE y Latam viven de espaldas. La relación económica exterior de la Unión se concentra cada vez más en Asia, tendencia que puede verse compensada con iniciativas como la vinculación de España a la Alianza del Pacífico. Eso es un buen ejemplo de cómo romper este aislamiento en una época donde se redefine el comercio mundial con la negociación de los dos grandes macro-acuerdos: el Ttip con la UE y el TPP con los países de la cuenca del Pacífico. Perder ese tren significaría perder el futuro y renunciar al desarrollo, lujo que ni la vieja Europa ni el Nuevo Continente, ni Colombia ni España, pueden permitirse.