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Analistas 23/11/2020

La inversión social responsable avanza

Núria Vilanova
Presidente de ATREVIA

Que nada será igual después de la pandemia nadie lo discute. Sin embargo, lo importante es saber cómo será ese mundo en el que las empresas tendrán que competir y desenvolverse. Y no es fácil. Hay que activar el radar a máxima potencia, detectar tendencias y adecuar nuestras organizaciones a este nuevo paradigma.

Y es que la crisis sanitaria, económica y social está acelerando procesos. Algunos piensan, por ejemplo, que los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 de Naciones Unidas dejarán de ser una prioridad. Creo que se equivocan: en un contexto donde avanza la desigualdad, la sociedad exige cambios. Y van a ir en esa dirección. Los criterios de sostenibilidad medioambiental, social y de gobernanza empresarial (ESG en sus siglas en inglés, Environmental, Social and Governance) ganan terreno. Toca mover ficha. La inversión social responsable, que además de rentabilidad económica busca generar bienestar social, gana terreno del sistema financiero. Ya lo está haciendo.

Precisamente, en Colombia está uno de los mejores exponentes de esa nueva forma de actuar que incentiva un modelo productivo más sostenible. Bancolombia, en una rotunda apuesta por potenciar ese proceso, ha tomado la decisión de dejar de financiar actividades vinculadas o basadas en la economía del carbón a partir de 2025, con la intención de que en 2030 dejen de figurar en su balance.

Como afirma su presidente, Juan Carlos Mora Uribe, en la práctica esto significa, por ejemplo, que se dejará de financiar la ampliación de una fábrica que genera una gran huella de carbono, pero sí se financiará la transformación de ese centro productivo a un modelo sostenible. Así, desde el sistema financiero se adopta una actitud proactiva. Junto al análisis de riesgos de cualquier inversión, se pasa a valorar otros aspectos como el uso de las energías renovables, o el fomento de una movilidad y construcción sostenible.
Hay que ser realistas. Ese es el camino a seguir. Los gobiernos, por sí solos, carecen de los recursos necesarios para cumplir los ODS. Es una tarea colectiva en la que iniciativa pública e iniciativa privada deben ir de la mano.

Por su parte, los máximos responsables de las compañías tienen que empezar a dirigir sus negocios con una visión más amplia que el rendimiento del capital. Un perfil de gestor este que pronto será parte del pasado: del mundo previo a la pandemia.

Las empresas deben valorar y valorarse por esos criterios ‘ESG’. Es hora de dar pasos en esa dirección. Todas las compañías, sobre todo las grandes corporaciones, tienen en este momento una responsabilidad social muy fuerte con dos grupos de interés: sus trabajadores y su ecosistema de proveedores y aliados en la cadena de valor. Apostar por los primeros, intentando evitar despidos y fomentando su adecuación a entornos digitales, fortalecerá la competitividad de la organización y evitará el deterioro social asociado al desempleo. Del mismo modo, ayudar a quienes son parte fundamental de nuestro negocio es salvarnos a nosotros mismos. Es lo que están haciendo las compañías cerveceras en España, adelantando suministros y retrasando cobros a la hostelería. Y es a que a la larga, la supervivencia de ambos sectores está unida.

¿Y qué tiene que ver todo esto con el mundo de comunicación? Pues mucho. Es el momento de poner el propósito corporativo (el impacto de la empresa en sus grupos de interés) en el centro de la organización y desarrollar un relato coherente. Porque tan importante es hacer las cosas como contarlas.

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