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Analistas 01/04/2017

Empresas: digitalizarse o dejar de existir

Núria Vilanova
Presidente de ATREVIA
La República Más
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Nos hallamos en plena revolución digital. Vivimos una de las mayores transformaciones en la historia de la Humanidad desde el Neolítico. La nueva economía digital trae aparejadas transformaciones políticas, culturales y socioeconómicas para nuestras sociedades en transición, que experimentan cambios y retos tan profundos, o más, que los que tuvieron lugar durante otra de las grandes Revoluciones, la Industrial. 

Latinoamérica parte con un hándicap (una brecha digital del 50% según la CAF) pero no puede permitirse el lujo de llegar tarde a la revolución digital. Además, llenar esa brecha supone excelentes oportunidades de crecimiento futuro. Las condiciones están dadas para que la región, sus ciudadanos, Estados y empresas (grandes, pequeñas y medianas), se suban a un tren que no se puede dejar ir: verlo alejarse supondría quedar fuera de los procesos de modernización, condenados a un escaso o nulo crecimiento, al estancamiento del desarrollo y restringidos a la marginalidad en el escenario global.

La flexibilidad y fácil acceso a las herramientas digitales provoca que las puertas de entrada a la economía digital no queden restringidas solo a las administraciones públicas y a las grandes empresas y a las multinacionales. La adaptación de las pequeñas y medianas empresas al nuevo ecosistema digital es vital para su propia supervivencia y su expansión en el futuro, en muchas ocasiones creando sinergias con las grandes. Estas pequeñas y medianas compañías, como el resto de la economía regional, tienen por delante similares retos que afrontar en cuanto a productividad, competitividad e internacionalización; también en lo referente a la necesidad de formación del capital humano y la mejora de las infraestructuras y la logística.  

Y en todas esas asignaturas, la digitalización es la herramienta que permite dar el salto cualitativo. Para ser más productivos y competitivos, para que se abran las puertas de los mercados internacionales, las empresas deben romper la resistencia al cambio atreviéndose a salir de su área de confort. Pueden explorar muchos caminos sin necesidad de hipotecarse de manera traumática e irreversible: desde hacer una web a abrir perfiles corporativos en Facebook o Twitter, pasando por tener una ‘app’ y desarrollar una estrategia digital más elaborada (medición de datos, SEO, SEM, implementación de sistemas de comunicación interna digital). 

Invertir en TIC, en el desarrollo del e-commerce mediante  tiendas online o utilizar la ‘nube’ no es un lujo. El lujo inadmisible es lo contrario: no recorrer el camino de la digitalización. Las pequeñas y medianas empresas tienen una ventaja al afrontar el plan de transformación digital: son más flexibles a la hora de adaptarse a los cambios y nuevas necesidades del mercado porque son mucho más ágiles que las grandes en la toma de decisiones.  

Asimismo, las empresas, para ganar en productividad y competitividad, requieren contar con un capital humano formado en innovación. El esfuerzo a realizar no es tanto el de contratar nuevos empleados, sino en transformar a los que ya se tiene, favoreciendo su digitalización. En ese aspecto, los gobiernos tienen un rol poniendo en marcha planes que favorezcan la incorporación de conocimientos, tecnologías e innovación destinadas a digitalizar los procesos productivos y a crear productos y servicios tecnológicamente avanzados y con más valor añadido. En Colombia destacan el Proyecto Nacional de Fibra Óptica, que busca cubrir 96% de los municipios y el Proyecto Nacional de Conectividad de Alta Velocidad que aspira a llevar Internet a las selvas de la Amazonía, Orinoquía y el Chocó.

El dilema para las empresas es digitalizare o dejar de existir. No hay que olvidar que, como dice la Cepal, la digitalización es “una herramienta clave para aumentar la productividad y la calidad del trabajo que generan las pyme y contribuir a reducir la desigualdad en la región, pues estas suponen actualmente 61% del empleo en Latam, pero solo representan  29 % de su PIB”.

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