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La Planta de Tratamiento de Aguas Residuales, PTAR Salitre, tiene una capacidad de tratamiento de 7,2 metros cúbicos por segundo (m3/s), y actualmente trata en promedio 5,5 m3/s, lo que representa alrededor de 30% del total de aguas vertidas por nuestros usuarios de Bogotá y las cuales, una vez tratadas, son vertidas al río Bogotá, cumpliendo con los parámetros establecidos por la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca, CAR, y la normativa medioambiental nacional, aportando de manera importante al proceso de descontaminación de la cuenca media de este importante afluente.
Ahora bien, los desafíos que nos impone el cambio climático nos llevan a avanzar de manera prioritaria en garantizar la seguridad hídrica y en esta revisión, el agua residual tratada tanto por la PTAR Salitre como en la futura PTAR Canoas, se presenta como una solución para poder ser aprovechada en actividades como el riego de cultivos, semilleros, campos de golf, canchas de fútbol o de tenis, cementerios o bosques urbanos; refrigeración de tanques y depósitos industriales; alimentación de calderas industriales; actividades relacionadas con la construcción, extinción de incendios; y limpieza de calles, vehículos y ganado.
En este camino la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá, Eaab, avanza en la consecución de los permisos necesarios y la determinación de la demanda, así como en la definición de parámetros de calidad que cumplan con las necesidades de los posibles usuarios, con un elemento tan relevante como lo es la concientización de los diferentes sectores que podrán aprovechar el agua residual tratada sin ningún tipo de riesgo para sus procesos productivos ni para la salubridad.
Un claro ejemplo de las potencialidades del agua residual tratada lo tenemos en la Eaab pues a la fecha ya la estamos aprovechando en los procesos internos de operación de la PTAR Salitre, donde en la actualidad, se recirculan aproximadamente 26 litros por segundo (L/s), correspondiente a 33% del consumo de agua potable de la planta, generando no solo grandes beneficios ambientales sino, disminución de costos de operación, situación que podríamos extrapolar a muchos de nuestros usuarios.
Esta alternativa cobra una inmensa relevancia en estos momentos cuando el cambio climático ha afectado sustancialmente el régimen de lluvias en el mundo y dentro de nuestro sistema, particularmente en el embalse de Chuza, y donde cada vez son más las industrias que buscan aumentar la eficiencia de sus procesos y disminuir la demanda de agua potable.
Es así como desde el Acueducto de Bogotá creemos firmemente que el agua residual ya no debe considerarse un “residuo” sino un recurso de inmenso valor para disminuir la presión a los sistemas de abastecimiento de agua potable, contribuir a la seguridad hídrica de la ciudad y garantizar que las próximas generaciones de Bogotá y la sabana puedan cerrar el ciclo entorno al recurso hídrico.