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Analistas 25/03/2023

La divisa más costosa es el tiempo

Natalia Zuleta
Escritora y speaker
Natalia Zuleta

No sé a ustedes pero a mí me ha parecido abrumador el alza en el costo de la vida. Para bien o para mal he creído en la abundancia como un derecho natural que está allí y que podemos cultivar tanto en aspectos materiales como inmateriales. Sin embargo, pareciera como si el presente nos llevara a navegar en las aguas turbulentas de economías enrarecidas. La economía como ciencia que estudia la producción, la distribución y el consumo ha establecido unas dinámicas humanas que median nuestra relación con el entorno y determinan en gran medida la manera como vivimos la vida. Y lo digo porque a través de la economía establecemos ideales colectivos para satisfacer las necesidades, idealizamos sueños futuros y gestionamos los recursos, entre muchas otras cosas.

Podría decir que la economía dice más del ser humano que cualquier otra ciencia en un mundo transaccional y cada vez más inequitativo. Históricamente hemos establecido divisas que median la distancia entre el entre la justicia y la equidad, entre el atraso y el progreso, entre los sueños y la realidad, entre la felicidad y la infelicidad. Entonces llego al supermercado en medio de mi cansancio y el afán por llegar a mi casa y me cuestiono en medio de mi respiración agitada sobre cuál es ese bien más preciado que aún no logramos tener en suficiencia para que nuestra vida tenga más sentido y sea más plena. Y viene a mí en forma de revelación la palabra tiempo. Algo de lo que todos en inmensa mayoría carecemos. Esa palabra y recurso que se agota con la demasía de los años para luego ser añorado en el reclamo justo de los compromisos o deseos no cumplidos.

En el fondo nos falta todo el tiempo, tiempo para mirarnos en el espejo y procesar nuestras caras con sus defectos escondidos en el afán cotidiano. Todos anhelamos la divisa del tiempo para reconstruir relaciones olvidadas, unirnos a otros y sentirnos en pertenencia o simplemente aprender a amar con sentido. Porque en esa carrera interminable por ser quienes queremos, añoramos tiempo para pagar deudas con los que amamos, las deudas de abrazos no dados, de los momentos en compañía, de las conversaciones pausadas y profundas que desafían el acostumbrado afán.

Y nos cuesta transar cosas habituales en nuestra agenda de compromisos ineludibles por cosas extraordinarias que nuestro corazón y nuestra alma nos piden a gritos. Entonces enfermamos de nostalgia, amargura o depresión por sabernos incapaces e incompletos y allí entendemos que la divisa más codiciada es el tiempo. Porque este tiene un valor incalculable: el sentirte en libertad y albedrío para elegir tu camino, para distribuir tus horas y para disfrutar los minutos por momentáneos que sean.

En un mundo en crisis me pregunto qué pasaría si los dirigentes tuvieran más tiempo para mirarse y pensarse y para buscar soluciones desde un lugar de paz y sosiego. Si los líderes tuvieran más tiempo para cultivar su espíritu y expandir el amor, la creatividad y la compasión como competencias obligatorias en los lugares de trabajo. Si todos tuviéramos tiempo para ejercer nuestra identidad, disfrutar del ocio y cumplir con nuestros deseos mas banales y mundanos. Si a los niños se les concediera más tiempo para vivir con intensidad su infancia sin tener que salir de ella de manera apresurada. Sin duda alguna constuiríamos un diferente tipo de riqueza con el tiempo. Estoy segura de que todos queremos dejar huérfana a la rutina, desheredarla y reencontrarnos con nosotros mismos.

Queremos renunciar a algo que postergamos por miedo y allí está la falta de tiempo como un bandido al acecho que ataca por nuestras espaldas para hacernos esclavos de un tren imparable. Alguien que me diga dónde canjeamos por tiempo, cómo volteamos la balanza, cómo nos liberamos. Porque vista la economía desde mi esquina espiritual, me preocupa más que el alza del dólar, el alza en infelicidad de todos los seres humanos por no encontrar escenarios y espacios para el autodescubrimiento y la autorealización. El costo de lo que sacrificamos en tiempo, ese es el verdadero costo de la vida.

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