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ANALISTAS 06/02/2025

El silencio necesario

Natalia Zuleta
Escritora y speaker
Natalia Zuleta

Muchos dicen que después de la conmoción llega la calma, después de la oscuridad la luz. Pero en estos tiempos de acelerados movimientos esa pausa, esa calma no da espera. Lo escribo después de unos días en los que decidí observar en silencio la debacle del mundo, la locura colectiva que llegó como un huracán a confundirnos en todas las latitudes del planeta. Un momento en el que decidí parar para observar con atención mis pensamientos y emociones con respecto a lo que está pasando en el planeta. Y aquí no quiero hablar de revoluciones políticas, elecciones, supremacías, guerras o confrontaciones, creo que el tema allí ya empieza a agotarse. Quiero hablar de esta especie de ceguera colectiva que nos acoge y la demencia amenazante que promete llegar a tocarnos en algún momento. También de sus devastadoras consecuencias.

Quisiera hablar del hombre y su involución mental, de una humanidad que ha desaprendido las virtudes más valiosas para vivir en armonía, para encontrar el verdadero sentido de la existencia. Estamos intoxicados por nuestros propios pensamientos y por las creencias limitantes que suelen calcificarse en nuestro cerebro. Como aprendiz y maestra de mindfulness y meditación creo que uno de los grandes regalos que he recibido de esta práctica es la capacidad de observar con atención y de convocar al silencio. Algo que todos necesitamos para comprender en lo profundo una realidad como la que nos está tocando vivir, una realidad en la que el mundo en contra natura cada vez se divide más y se fragmenta para dar espacio a la separación. Una separación que duele como una herida que se abre en carne viva porque está hecha de odio, ambición desmedida e intolerancia a la diversidad.

Debo confesar que he sentido miedo, temor a que la humanidad se sumerja en una era oscura en donde ese miedo sea la principal arma. Un miedo que se sustenta en la sospecha y la desconfianza del otro. En la inseguridad de quiénes somos y quiénes podemos llegar a ser. No quise escribir durante estos días, ni participar en cadenas de opinión en los chats, repostear opiniones divididas, respuestas iracundas y fugaces. Siento que esto solo aviva la hoguera para que se propague en todas partes el mensaje de conflicto y división, de ansiedad y incertidumbre.

Me sorprendió ver la exacerbación de todos los mensajes en los medios, en las redes y en cada lugar a donde pudiéramos llevar nuestra mirada. Me sorprendió ver a los grandes gobernantes del mundo siendo parte de una fastuosa lucha por el poder que desconoce los derechos más fundamentales de la sociedad. Los verdaderos líderes de este presente y del futuro, serán aquellos que conozcan y exploren su propia mente y puedan escucharla, calmarla y dar un espacio seguro a todas sus emociones para que no se conviertan en un mar incontenible que se lleve todo y a todos por delante.

No se trata de ganar batallas iracundas a través de redes, se trata de mirar con atención lo que merece nuestra mirada. Esos grandes desafíos del mundo que crecen y se multiplican por la distracción humana en lo banal. Hemos olvidado de qué estamos hechos, de una mente increíble para crear, de un corazón para amar y de una conciencia para evolucionar.

Hoy, declaro que como escritora nunca haré parte de un discurso que divide, que toma parte en los extremos, que no concilia. No haré parte del circo de las redes que animan el odio, que usan el lenguaje como arma. Haré parte del silencio necesario en muchos momentos para calmar las emociones, para escuchar los pensamientos. El gran maestro budista Thich Nhat Nanh nos habla del poder de la quietud en un mundo ruidoso. A pesar de la ración necesaria de ruido en la vida, es indispensable un espacio para vaciarnos y actuar con intención. El silencio es lo mejor que hay para observarlo todo con profundidad. Escucharnos a nosotros mismos es el primer paso para escuchar a los demás.

Hoy, solo me pregunto qué hubiera pasado en esta reciente crisis mundial que aún se aviva, si hubiéramos usado el silencio como herramienta para entender antes de reaccionar. Empezando por nuestros gobernantes, es claro que mucho se hubiera podido evitar.

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