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Analistas 12/03/2022

Rusia-Ucrania: un conflicto de consecuencias globales

Mauricio Santa María
Presidente de Anif

Cronología del conflicto

Los orígenes del conflicto ruso-ucraniano se remontan al fin de la Segunda Guerra Mundial. Los países aliados, que era un bloque conformado principalmente por Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Soviética (Urss) lograron derrotar a la Alemania Nazi. Si bien la alianza fue exitosa para ganar la guerra, la visión política y económica al interior del grupo era muy distinta e imposibilitó sostener relaciones estrechas luego de la Guerra.

El periodo histórico posterior de la victoria aliada, que se conoce como la Guerra Fría, fue una etapa caracterizada por tensiones y escalamientos entre Estados Unidos, la Unión Soviética y sus aliados. Ese conflicto, que nunca llegó a ser bélico entre las naciones protagonistas, ocupó gran parte de la segunda mitad del siglo XX. En ese contexto, Estados Unidos, Gran Bretaña y otros países de Europa Occidental conformaron la Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otan), una alianza política y militar para contrarrestar la amenaza de la expansión soviética. En respuesta y para hacer frente a la amenaza de Occidente, la Unión Soviética conformó con sus aliados el Pacto de Varsovia.

Luego de una serie de crisis políticas, en 1991 se disolvió la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas (Urss) con la firma del Tratado de Belavezha. La nueva Federación de Rusia, sucesora de la República más importante de la Urss, asumió el protagonismo económico y político de las nuevas repúblicas independientes.

La caída de la Urss significó la degradación de las ideas que la Unión solía representar, en especial en los nuevos países occidentales. La victoria de Estados Unidos en la Guerra Fría catapultó al capitalismo como el sistema económico predominante. Acorde con eso, los nuevos países independientes, entre esos Ucrania, continuaron su senda de desarrollo cada vez más alejados del sistema socialista, que ahora lideraba Rusia, y se acercaron al modelo de EE.UU.

El acercamiento de las repúblicas al modelo occidental se hizo más evidente con la ampliación de los miembros de la Otan tras la disolución de la Urss. Al terminar el siglo XX, la República Checa, Hungría y Polonia, países miembro del Pacto de Varsovia, ya hacían parte de la Otan. En 2004 seis naciones más se unieron a la Otan, tres de ellas antes miembros del Pacto de Varsovia (Bulgaria, Romania y Eslovaquia) e incluso tres países que solían ser repúblicas soviéticas (Estonia, Letonia y Lituania).

En ese sentido, más allá de los discursos nacionalistas y las ideas del “Russkiy Mir” (“Mundo Ruso”) de Vladímir Putin, para la Federación Rusa la expansión de la Otan significa una amenaza y un riesgo latente, además de una pérdida de relevancia a nivel global. La tensión se viene gestando desde hace varios años, con el anexo de la península de Crimea en 2014 y el apoyo a los territorios fronterizos Donetsk y Luhansk, que desde ese año son controlados por separatistas pro-Rusia. El inicio de actividades bélicas en territorio ucraniano ha significado una crisis humanitaria a la que el Kremlin ha asegurado dar fin siempre y cuando Ucrania reconozca la anexión de Crimea a Rusia, la independencia de las repúblicas secesionistas del Donbás, una nueva constitución que blinde la neutralidad del país y el fin de la resistencia armada ucraniana.

Estados Unidos, la Unión Europea y otras potencias se han abstenido de involucrarse militarmente en el conflicto, pero han asediado a Rusia con bloqueos e importantes sanciones económicas para evitar el financiamiento de su campaña en territorio ucraniano. Tanto las sanciones como el conflicto mismo ya han generado efectos sobre la economía global.

Sanciones a Rusia

Lo primero fue la exclusión de ciertos bancos rusos de la Sociedad para las Comunicaciones Interbancarias y Financieras Mundiales (Swift, por sus siglas en inglés), sistema que posibilita los movimientos de pagos entre instituciones financieras en cerca de 200 países. La determinación se hizo oficial el pasado 3 de marzo y afectó directamente a VTB Bank (el segundo banco más importante de Rusia) y otras seis instituciones. Sberbank, el banco más grande de Rusia, y el Gazprombank, de la compañía estatal de gas Gazprom, quedaron exentos. Eso se debe a que ambos están estrechamente vinculados al sector del petróleo y del gas. La dependencia hacia Rusia, particularmente de países como Alemania, implica que ante una prohibición total del sistema se enfrenten a un desabastecimiento en los insumos energéticos. Otra medida sin precedentes fue la congelación de activos del Banco Central de la Federación Rusa. Nunca en la historia contemporánea se había fijado este tipo de sanciones directamente a un banco central. Con eso se espera limitar la capacidad del Banco de acceder a más de US$630 billones en reservas de divisas.

Además del congelamiento de activos en el extranjero, los actores implicados en la invasión de Ucrania tendrán que lidiar con medidas como la privación de la ciudadana europea para ellos y sus familiares. Algunos de los individuos señalados son Serguei Lavrov, ministro de Relaciones Exteriores, figuras importantes del Ejército bielorruso, empresarios y personas de poder político cercanos al Kremlin e incluso el propio Putin. Inclusive, gobiernos europeos como el francés han manifestado que se les confiscarán algunas de las pertenencias que tienen en sus territorios.

Ahora, Estados Unidos, Japón y la Unión Europea han anunciado que limitarán las exportaciones de ciertos bienes y tecnologías a Rusia. Las restricciones, como ha dicho Joe Biden, se extenderán a Bielorrusia y tienen objetivos en el corto y el largo plazo. Primero recortar el suministro de materiales y ahogar la importación de tecnologías necesarias para sostener la avanzada militar sobre Ucrania. Segundo, empezar a ejercer control sobre las exportaciones de equipos de extracción de petróleo y gas y así socavar el estatus de Rusia como proveedor líder de energía. Vale la pena recordar que Alemania también ha suspendido la certificación del polémico gasoducto Nord Stream 2 del Mar Báltico. A lo anterior cabe agregar la prohibición impuesta por el presidente americano a las importaciones de petróleo, gas natural y carbón de origen ruso.

Dicha sanción no solo limita de forma importante la oferta de hidrocarburos del país, sino que abre las puertas a otro tipo de medidas geopolíticas, como el levantamiento de ciertas sanciones a Venezuela, con el fin de amortiguar el choque en la oferta de combustibles.

Finalmente, se han tomado ciertas decisiones en relación el espacio aéreo internacional. Estados Unidos anunció, después que Canadá y la UE ya lo hicieran, que los aviones rusos no pueden sobrevolar, despegar o aterrizar en su territorio.

A las sanciones gubernamentales hay que agregar que varias multinacionales a nivel global, por iniciativa propia, han manifestado la intención de suspender sus operaciones en territorio ruso. Todas las medidas, sumado a la condena social de Occidente, ya ha generado una fuerte devaluación del rublo, ha disparado la inflación en el país ruso y ha traído importantes consecuencias en la economía mundial.

El impacto de las sanciones a nivel global y en Colombia

Con el avance de la campaña militar y la implementación de las sanciones económicas empezamos a ver efectos importantes sobre el equilibrio macroeconómico mundial. Para empezar, los commodities han subido su precio considerablemente desde el inicio de la guerra. El Bloomberg Commodity Index, un índice que mide los precios de una canasta de bienes tranzados en el mercado internacional, se encuentra en máximos históricos luego de alcanzar una cotización superior a los US$130 este lunes. Con eso en mente, en esta sección analizamos las consecuencias del conflicto en términos de los principales productos de exportación de cada uno de los dos países directamente involucrados.

Ahora bien, la invasión de Rusia que avanza sobre el territorio ucraniano tiene, como primera consecuencia, el alto de varias actividades productivas de ese país. En efecto, la mayoría de los esfuerzos, tanto militares como económicos, están concentrados en contener las fuerzas militares rusas y en ayudar a la población civil atrapada en el fuego cruzado. En ese sentido, las exportaciones de Ucrania han caído estrepitosamente lo que tendrá consecuencias importantes para la economía mundial. Con corte a 2019, año previo al inicio de la pandemia, Ucrania registraba ventas externas por un valor cercano a los US$50.o00 millones, de los cuales casi 20% correspondían a las exportaciones de cereales, principalmente maíz, trigo y cebada (ver Gráfico 1). En efecto, las exportaciones de ese grupo de productos sumaron un valor de US$9.000 millones, seguido por las ventas externas de hierro y acero 8.000 millones y las de aceites vegetales y animales 4.000 millones.

Ahora bien, si tomamos los 15 principales exportadores de cereales en el mundo, la importancia de Ucrania en este frente crece. El primer exportador en el mundo (a 2019) es Estados Unidos, cuyo valor de ventas externas de estos productos asciende a más de 16 mil millones de dólares. Le sigue Ucrania, el productor de cereales más importante en el viejo continente. Con el alto en su producción, se han encarecido estos bienes en el mercado europeo, lo que termina por repercutir en el resto del mundo. De forma no menor, Rusia es el quinto exportador de cereales a nivel mundial, lo que significa que su porción de la oferta también se verá comprometida a medida que las sanciones continúen.

Reflejo de las consecuencias económicas del conflicto entre Rusia y Ucrania es el comportamiento de los precios de los commodities que más produce cada país. En el gráfico 3, siguiendo con lo mencionado anteriormente, se puede ver que tanto el precio del trigo como del maíz han crecido de forma significativa desde el inicio de la invasión. Por un lado, el precio por tonelada del maíz inició el año por debajo de los US$276, mientras que en los primeros 7 días de marzo ese valor ya superaba US$298, es decir un crecimiento de casi 8%. De forma similar, el precio del trigo ha crecido 7.7% desde enero de 2022, pasando de US$376 por tonelada a más de US$420 en los primeros días de marzo. Rusia y Ucrania son responsables de alrededor de 30% de la producción global. Con el desarrollo del conflicto y la alteración de las cadenas comerciales, el bien se valorizó en 70% durante el último mes. Teniendo en cuenta que el trigo es utilizado como insumo en varios alimentos y considerando la situación actual de inflación al alza a nivel global, es posible que se generen aún más presiones inflacionarias en las economías internacionales.

Por el lado de Rusia también hay importantes afectaciones en el frente del comercio internacional. Sin embargo, esto no se debe a un alto y caída en la producción de sus principales bienes exportables, sino a su alienación del mercado global a causa de las sanciones impuestas por Estados Unidos y la UE.

El petróleo, quizás el bien más importante de la cadena productiva global, es una de las materias primas más afectadas. Recordemos que Rusia cuenta con una importante reserva y es el octavo país más importante en el comercio internacional de este commodity. Si bien Rusia tiene una participación importante en el mercado del petróleo, es en las exportaciones de gas natural dónde cuenta con un mayor poder de mercado (ver Gráfico 5).

Sus exportaciones representan 25% del total mundial y en su mayoría se dirigen a la Unión Europea que, como ya mencionamos, utiliza el gas como insumo energético. En ese sentido, combinando todos los combustibles fósiles, Rusia es el primer exportador del mundo, con más de 10% de participación. En consecuencia, la ruptura parcial de relaciones comerciales ha causado una disrupción importante en ese intercambio.

Lo anterior resulta de vital importancia para los países de la Unión Europea, particularmente Alemania. Rusia provee cerca de 40% del gas que consume la UE, razón por la cual una desconexión total del producto ruso puede implicar una crisis energética. Teniendo en cuenta que el principal impulsor de la acelerada inflación en Europa es el elevado precio de la energía, la interrupción de la cadena comercial de gas natural tendrá efectos sobre el costo de vida que asumen los europeos e incluso podría afectar las decisiones de política monetaria que tome el Banco Central Europeo.

Con todo lo anterior, el WTI y el Brent se intercambian a precios no vistos desde el auge de la primera mitad de la década pasada. Ambos alcanzan precios cercanos a US$120 por barril (ver Gráfico 6). Considerando que el petróleo es utilizado ampliamente como insumo en la producción de bienes, la inflación mundial se enfrenta a una presión adicional al alza en uno de los peores momentos posibles. En Estados Unidos ya se está viendo el efecto con el aumento en el costo de la gasolina. Por primera vez desde 2008 se registra un precio por galón superior a los US$4, un incremento de alrededor de 15% frente a la semana pasada. Por su parte, la semana pasada el gas natural se valorizó cerca de 10%, sin embargo, esta semana dio inicio con una disminución en el precio del bien.

Son varios los canales por medio de los cuales el conflicto entre Rusia y Ucrania puede afectar a la economía colombiana. Para empezar, Colombia importa cerca de 2.000 millones al año en cereales, usados principalmente en alimentar ganado y aves. Con eso, el alza mundial en sus precios se convertirá en una presión inflacionaria más en el país. De forma similar, para Colombia es de especial importancia el efecto de la guerra sobre la fertilizante urea. Nuestro país importa 75% de sus fertilizantes agrícolas y más de 40% de las importaciones provienen de la región en conflicto. En ese sentido, es de esperar que el alza en precios se extienda a través de la cadena productiva y les llegue a los consumidores a través de un incremento en los precios de los alimentos. Lo anterior resulta problemático en el contexto que vivimos hoy, en el que la inflación de alimentos supera 20%.

De otra parte, hay efectos mixtos del alza en los precios del crudo. Por un lado, al ser Colombia un exportador neto de petróleo se beneficia de que su precio alcance niveles como los que estamos viendo hoy en día. En efecto, la entrada de divisas por la venta de barriles de petróleo más costosos será un aliciente para disminuir nuestro déficit externo. Así mismo, las finanzas públicas también verán cierto alivio, puesto que los ingresos petroleros representan entre 20% y 25% del total para el Gobierno Nacional Central. En esa misma línea, se verá un incremento en los recursos por regalías, lo que terminaría por beneficiar a las entidades territoriales.

En contraste, del lado negativo tenemos que un crudo más costoso incrementa los costos logísticos y de transporte en términos de comercio internacional, lo que podría constituirse en una fuente adicional de inflación.

Ahora, vale la pena también señalar el efecto del conflicto bélico sobre el mercado bursátil. Las bolsas mundiales se tiñen de rojo ante la incertidumbre de un escalamiento incluso peor y la posible participación militar de Occidente. Todos los índices accionarios registran perdidas no despreciables, entre ellos el S&P 500, el Nasdaq, el Dow Jones Industrial Average y el Nyse Composite. El fenómeno no es exclusivo de las bolsas americanas, pues los mercados europeos registran aún peores resultados. Incluso las bolsas asiáticas se han visto afectadas, entre ellas la Bolsa de Moscú, que no abre desde que inició el conflicto con el objetivo de postergar la inevitable caída de su valor. De continuar esa tendencia, se eliminará un año completo de retornos positivos en cuestión de un par de semanas.

Usualmente cuando se presenta una crisis de esta magnitud es común que los inversionistas busquen resguardar su dinero en activos refugio y esta vez no es la excepción. Como en todas las crisis económicas, el precio del oro y otros metales preciosos como la plata y el bronce se encuentran al alza. En el caso del oro, la cotización ya supera la barrera de los US$2.000, apenas por debajo del máximo histórico visto en el peor momento de los mercados durante la pandemia (US$2.028).

Conclusiones

El conflicto ruso-ucraniano es una catástrofe humanitaria que ha repercutido económica y socialmente en Europa y en el resto del mundo. Ya son más de un millón de ucranianos que buscan refugio en otros países, sumado a otro millón más que han salido de sus casas para asentarse en otras ciudades dentro del mismo país. Más allá de la crisis migratoria con la que hoy lidia Europa y analizando solo el panorama económico, las consecuencias de la avanzada rusa sobre su vecino ya se han hecho sentir con fuerza en el resto del mundo.

La escalada en los precios de ciertos commodities y el petróleo han sumado un factor más al ya complejo panorama inflacionario global que, al final, los consumidores deben asumir. Ahora, particularmente para Europa, la posibilidad de un cierre en el suministro de gas por parte de Rusia ha encarecido el costo de la energía y planteados interrogantes sobre la dependencia energética del continente. De otra parte, la prohibición impuesta recientemente por el presidente Biden a las importaciones de petróleo, gas y carbón de origen ruso al territorio americano añade aún más presiones al precio de estos productos.

La amenaza de una presión inflacionaria es una consecuencia que Colombia puede vivir directamente. Eso si se tiene en cuenta que contamos con una significativa importación de cereales y de fertilizantes para la producción agrícola. En cuanto al precio del crudo los efectos son mixtos. Por un lado, el país es un exportador neto de petróleo y la subida en los precios, que se disparará aún más con el último anuncio del presidente norteamericano, significa ingresos fiscales. Por otra parte, se pueden incrementar los costos en términos de operaciones comerciales.

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