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Analistas 14/02/2024

No hay peor ciego…

Maritza Aristizábal Quintero
Editora Estado y Sociedad Noticias RCN

Voy a arrancar esta columna haciendo un ejercicio muy sensato, al que nos convocó el Presidente de la Corte Constitucional: “reconciliémonos con la verdad”, y yo iría más allá, ¡aceptemos la verdad! Primero la Corte Suprema sí es blanco de presiones en ese afán que hay para que elija nueva Fiscal General; segundo, la presión ejercida por la ciudadanía no es mala, es el simple ejercicio democrático de hacerle control a las instituciones, lo reprochable, y con eso llegó al tercer punto, es que sea el Presidente quien esté detrás de esa presión, que se tradujo en un episodio muy complejo de explicar, en el que el Palacio de Justicia fue violentado y los Magistrados asediados.

¿Por qué el Presidente en vez de reconocer la verdad y rechazarla, termina reforzando la mentira de que ese jueves no pasó nada grave y todo se trató del accionar aislado de cuatro personas, según él, infiltradas? Gustavo Petro, como cada vez es más frecuente, se encerró en su propia burbuja ególatra que es solo alimentada por bodegas en Twitter donde minimizaron todo lo que pasó el 8 de febrero. Sus palabras son de una indolencia desmedida: “ningún Magistrado fue herido ni secuestrado, ¿de dónde salió esa fantasía noticiosa? Siempre pudieron salir y entrar como quisiera. Es más, no salieron, porque ellos no querían salir y querían seguir trabajando”.

Es decir presidente, ¿se necesitaban heridos o secuestrados para que usted considerara el hecho como grave? ¿Los magistrados pudieron salir libremente, está seguro? ¿Usted no escuchó al Presidente de la Corte Suprema quien habló de “un bloqueo violento e ilegal, de la afectación a la libre locomoción y la integridad, de jueces sitiados y de ordenes democráticos en vilo”?

Ya sabemos la repuesta: a los Presidentes de las Cortes que salieron en pleno a denunciar la situación no los escuchó, en cambio se dedicó a darle validez a los trinos de su “comunidad” que lo único que hacen es reforzar su idea de una realidad imaginaria en donde “todo fue un invento mediático”.

Insisto, ¿no es mejor aceptar, reprochar y corregir la realidad en vez de negarla y endilgar responsabilidades?

Esa terquedad del Presidente solo nos da para concluir dos cosas: la primera que el 22 de febrero cuando nuevamente la Corte se reúna para votar, el gobierno alentará otra movilización sin importar que esta se traduzca en una embestida contra los Magistrados; y la segunda que de la Fiscal que se elija una parte de la sociedad tampoco presumirá su independencia, pues llegó al cargo tras una presión auspiciada desde el Palacio Presidencial.

Y es que es cierto, las grandilocuentes declaraciones del ya exfiscal Barbosa le pusieron un innecesario tinte político a las actuaciones judiciales del ente acusador, pero la presión del ejecutivo a la Corte para que defina rápido sobre una terna que presentó el mismo Presidente nos pone de frente una inquietud más grave, ¿será capaz la nueva Fiscal de seguir adelante con investigaciones que involucran al círculo más cercano de su nominador? ¿Cómo avanzarán bajo la nueva administración los casos de Nicolás Petro, Laura Sarabia, Armando Benedetti o Ricardo Roa? ¿Si la nueva Fiscal es fruto de una presión dirigida desde la Casa de Nariño, no sentirá ella misma la presión para abstenerse en esos casos tan sensibles?

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