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Analistas 31/01/2024

La última Primera Dama

Maritza Aristizábal Quintero
Editora Estado y Sociedad Noticias RCN

Verónica Alcocer con sus excesos, su séquito, sus gastos, sus viajes, sus designaciones en “misiones especiales”, su estilo pomposo, a veces chocante y para muchos extravagante, está acabando con el “tan bien” diseñado papel de la Primera Dama. Un rol pensado en los años 30 durante el gobierno del expresidente López Pumarejo, para que la mujer del mandatario no fuera una desocupada invisible y tuviera algo de relevancia en labores sociales, porque eso sí, no es servidor público, no puede contratar, no maneja presupuesto y mucho menos recibe un sueldo. O sea, sigue siendo la esposa del Presidente, pero, ahora con el rimbombante título de Primera Dama que se tradujo en licencia para criticarla y juzgarla ¿Será verónica Alcocer la “Última dama de la Nación”? ¿Acabará con esa figura de mujer perfecta que enaltece las labores de un Jefe de Estado? ¿Decretará el fin de las señoras perfectas en etiqueta y protocolo, de las que solo se espera sean iconos de la moda y “la clase”? ¡Ojalá! No puede ser que hoy sigamos pegados de un concepto que medio se elaboró hace casi un siglo, cuando las mujeres ni siquiera podían votar.

Es hora de dar un debate profundo, no podemos rendirnos ante nuestras taras políticas y nuestros odios ideológicos. Optar por lo sencillo, que es anularlas e invisibilizarlas, nos deja quietos en el tiempo manteniendo el papel que se les otorgó cuando lo “bien visto” era permanecer a la sombra.

Claro, la discusión de estos días se desata por el concepto de la Procuraduría que dice que no es legal que a la Primera Dama sea designada en misiones especiales. Muchos aplauden y otros censuran el documento, pero no lo hacen por el sentido de la decisión si no por quién está detrás del “escarmiento”: Verónica Alcocer. Hay que madurar y opinar con algo más entre las manos que nuestros radicalismo políticos. La esposa del expresidente Uribe, doña Lina Moreno, fue designada bajo la misma figura al menos cinco veces; Tutina Rodríguez, la esposa del expresidente Santos nueve, y María Juliana Ruiz, esposa Duque 11 veces. Hablemos con más sensatez y menos hipocresía ¿Por qué una mujer preparada no puede ser designada en estas misiones diplomáticas especiales? ¿A caso no es ella, por la cercanía con el Presidente, quien mejor puede interpretar sus intereses políticos? ¿No podría, de acuerdo con sus capacidades, apoyar algún tipo de dependencia del Estado? ¿O seguimos en el pensamiento arcaico de que una mujer es mejor “calladita y en la casa”? ¿No es más apropiado abordar el tema de frente y delimitar por ejemplo en qué tipo de misiones especiales puede ser designada, qué funciones puede ejercer, asignarle equipo de trabajo, salario y presupuesto? Evitar ese tema y quedarnos en el prohibicionismo nos abrió la puerta de atrás para los excesos. Porque ojo, tampoco podemos justificar los gastos y el derroche en maquilladores personales, fotógrafo, vestuarista, diseñador y demás, eso es una discusión completamente distinta que merece toda desaprobación.

Me resisto a que una “buena primera dama” sea la recatada, sumisa, tranquila, prudente, mejor dicho buena es la que se somete a no ser nada, a tapar su propio brillo y como si fuera poco, a mantener la sonrisa cuando la convierten en cloaca del odio contra su esposo. Abramos el debate y dejemos que Verónica sea la “última primera dama”.

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