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Analistas 16/11/2022

Del activismo al pragmatismo

Maritza Aristizábal Quintero
Editora Estado y Sociedad Noticias RCN

Esa es la fórmula de los primeros 100 días del nuevo gobierno y ha funcionado. A usted puede gustarle o no lo que ha hecho el presidente Petro en estos tres meses pero hay que reconocer que, quizá como ninguno, supo leer la mecánica política del país. Entendió desde el principio que no había cambio posible sin contar con los de siempre. Es que ni siquiera se había posesionado y ya tenía las mayorías. El problema no es de él -Petro- sino de los que llegaron a él. Los mismos partidos que le hicieron oposición en campaña y que hasta segunda vuelta se resistieron a sumarse, cayeron rendidos en la repartija, con negociaciones que terminaron por normalizar lo más bajo de la política: la gente no llega por mérito sino por recomendación. Claro, siempre ha habido cuotas burocráticas, pero solo hasta ahora se les ve presumiendo de esas transacciones. Ya no genera ningún sonrojo, ni es escandaloso, como debería serlo, las cartas con membrete de partidos y firmas de dirigentes, presentando ternas o pidiendo entidades específicas. Escudados en una supuesta vocación de poder mutaron fácilmente su agenda, alteraron sus principios y acabaron en una voltereta pasmosa como partidos de gobierno.

Petro lo hizo bien, conoce la política desde adentro y no necesitó de mucho para medirle el aceite a sus mayorías. Con el bloque alternativo, la U, los liberales y los conservadores, se quedó con 215 de los 293 congresistas que hay. La coalición funciona como una eficiente aplanadora que en 100 días ya aprobó lo Impensable: La Paz Total y La Reforma Tributaria. De esta última pueden decir lo que quieran: que es progresiva, que le quita a los que tienen, que está pensada en una sociedad equitativa y que trae justicia presupuestal, pero la verdad es que afectará a todos, y lo que afecta sin discriminar a ricos y pobres, termina por afectar más a los que menos tienen.

En otra época esta reforma habría sido la semilla de un nuevo estallido social, la diferencia con lo que hay ahora es justamente que los políticos, que fueron ignorados por el gobierno Duque, no están azuzando las masas. El pragmatismo con el que el gobierno Petro le “pagó” a los partidos le alcanzó para controlar la calle. Y es un pago que va por cuotas: la primera es la vieja fórmula de cambiar puestos por apoyos; la segunda está calculada sobre la base de una promesa: la de la Reforma Política. Apenas se convierta en ley ese proyecto habilitará a cualquier Congresista a renunciar para convertirse al día siguiente en funcionario de gobierno. Mejor dicho, cualquier Senador o Representante que antes aprobaba un proyecto para recibir la recompensa en cuerpo ajeno, ahora será retribuido directamente. El círculo de aspiraciones y pagos se cierra con la posibilidad que tendrán de lanzarse y hacer campaña para alcaldías o gobernaciones, si no son elegidos, no pasa nada, nunca tuvieron que renunciar a su investidura de parlamentario o a su sueldo de legislador… mejor dicho sino ganan, tampoco pierden.

Justamente esa Reforma Política entendida como la segunda cuota de pago de la gobernabilidad, le va a permitir al gobierno mantener las mayorías el próximo año y, por si muchos lo estaban dudando, despejar el camino para las otras reformas ya anunciadas, como la laboral, la pensional y la de salud.

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