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Analistas 19/05/2021

¿Cuándo van a parar?

Maritza Aristizábal Quintero
Editora Estado y Sociedad Noticias RCN

Sí, creo que presentar la reforma tributaria fue un gran error, pero, retirarla, bajo la presión de los paros y los bloqueos también lo fue. Aunque ceder y reconocer una falta tiene una carga de humildad, la decisión del gobierno fue leída por varios sectores como debilidad, la misma que muchos no tardaron en aprovechar: los indígenas con la minga, los camioneros con los bloqueos en las carreteras, los taxistas, los estudiantes, los profesores, los sindicatos. Mientras en la Casa de Nariño creían que retirando la reforma apagaban la hoguera social que se armaba en las calles, en realidad le dieron oxígeno. Las marchas que empezaron en 2019, y que permanecieron amainadas todo este tiempo por cuenta de la pandemia, supieron automáticamente que sí lograron tumbar una reforma tributaria podrían conseguir muchas cosas más. Y, ¿cuándo van a parar?

El presidente retiró la reforma tributaria, rodó la cabeza del ministro de Hacienda, se sentó casi todo el gabinete a negociar con los manifestantes, anunciaron la gratuidad universitaria para estratos 1, 2 y 3, ofrecen una mesa de negociación, ¿y cuál es la respuesta de la contraparte? en vez de leer el momento histórico que se les presenta para construir un gran pacto nacional, responden con la soberbia de quien no cede, siguen convocando a paros y poniendo en jaque la sostenibilidad del país.

Por si fuera poco, en el primer punto de la agenda del diálogo, está la exigencia de garantizar la protesta ¿más garantías para unas marchas que están destruyendo las ciudades y acabando con las empresas? ¿Más garantías para marchas que nos están empobreciendo y matando? Seamos claros: la mayoría de los colombianos, sino todos, queremos un Estado justo, eficiente y sin corrupción, pero creemos en otra forma de conseguirlo: levantándonos cada mañana, trabajar y luchar por ello; sabemos que salir a destruir el país que decimos amar en un falso intento por salvarlo, no es la solución. Con eso tengo que decir, que, aunque son ruidosos, incómodos, tienen paralizadas las ciudades, intimidados a gran parte de los colombianos y atemorizado al resto, quienes están en la calle son minoría. La mayoría, aunque compartimos muchas de sus inconformidades sabemos que este país, maltratado por años, necesita que lo construyan y no que lo destruyan.

Vuelvo y pregunto, ¿Cuándo van a parar? ¿Cuándo ya no haya Colombia por la cual luchar o país para salvar? Aunque quienes promueven los paros, dicen que no tienen nada que ver con la violencia, han de hacerse responsables por esas revueltas virulentas en las que terminan las manifestaciones a las que convocan. Debería por lo menos, dolerles ver las noticias a primera hora del día y percatarse de la destrucción masiva que se está desencadenando.

Empezaron con los CAI, las estaciones de sistema de transporte masivo; siguieron con las alcaldías, las casas judiciales; tumbaron estatuas y ya van con los locales comerciales y la propiedad privada; no tardarán mucho en entrar a nuestra casa ¿Saben cuánto cuesta tanta destrucción?, podrían ser más de tres reformas tributarias.

Dicho todo esto, espero que el paro pare, que pare la violencia, que pare la destrucción, pero sobre todo que pare la soberbia que está cerrando la puerta de grandes acuerdos y en cambio allana el camino del odio, la lucha de clases y el populismo.

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