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Analistas 22/08/2022

Un primer paso en la frontera

María Claudia Lacouture
Presidenta de AmCham Colombia y Aliadas

El encuentro empresarial y de autoridades de Colombia y Venezuela que se produjo la semana pasada en la frontera constituye un primer paso firme frente al desafío binacional de reconstruir las relaciones comerciales y diplomáticas entre ambas naciones. Comenzó bien, con buenos ánimos e ímpetus renovados, puesto que el diálogo incluyó una visión público-privada, centrándose en el presente y en acciones para construir futuro.

El ‘Acuerdo de Frontera’ sirvió para poner las cartas de las posibilidades sobre la mesa y comenzar a corregir las enormes lagunas de informalidad e ilegalidad que se fueron apoderando de la franja limítrofe por la ausencia de mecanismos de control y la desconexión entre las autoridades. Un paso significativo ha sido la decisión de normalizar las representaciones diplomáticas y avanzar en la solución de los asuntos más álgidos.

Un segundo paso, urgente, debe estar enfocado en atender a la población fronteriza, proveerles de los servicios básicos e incorporarla a sistemas productivos y de comercio formales, reabrir prontamente los consulados, que los venezolanos en Colombia tengan el soporte de su Gobierno y los colombianos la asistencia de sus autoridades diplomáticas.

Un tercer paso es concretar la propuesta de apertura de comercio, para lo cual es indispensable contar con la institucionalidad de los estados y actualizar el acuerdo de complementación suscrito por ambos países. Esta actualización debe ir acompañada de los mecanismos de comercio justo, de libre competencia, solución de conflictos, incentivos a la inversión y un marco jurídico para los beneficios arancelarios.

Solo hasta contar con las reglas de juego claras y estos tres pasos establecidos se debe avanzar en otros temas propuestos como crear una zona económica diferencial para la frontera, exenciones de impuestos para ciertas actividades en algunos territorios, apertura completa de los puertos de entrada y salida una vez exista un proceso de digitalización y una legislación para invertir recursos en las áreas de salud, educación e infraestructura de impacto local.

Entre tanto, en el corto plazo, se hace necesario hacer un inventario de los efectos de la ruptura comercial -las países han cambiado y sus consumidores también- por lo que hay que volver a identificar las nuevas complementariedades, la posibilidad de proyectos conjuntos que ayuden a la integración, construir sobre lo construido, pensar en el futuro, y ese futuro nos reta a cada uno de nosotros a contribuir a la búsqueda de soluciones rápidas y certeras, a consolidar una relación fuerte y duradera a prueba de las discrepancias políticas.

Un encuentro de autoridades y de empresarios es un buen comienzo, un primer paso en la dirección correcta, aunque hay que trabajar desde el sector público y privado, unidos y coordinados, para lograr nuevamente una frontera vigorosa y pujante para las próximas décadas.

Para los departamentos fronterizos son noticias alentadoras. No obstante, algunos temas para tener en cuenta: establecer cimientos basados en la institucionalidad que generen confianza y garantías, acciones direccionadas a las personas que han sufrido y sufren por el rompimiento de las relaciones, un gana-gana para los empresarios de los dos países sustentado en el desarrollo económico sostenible; mantener los ejercicios de diversificación y productividad.

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