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La reforma tributaria es un contrasentido: encarece la vida de los colombianos, deteriora la competitividad y pone en riesgo sectores estratégicos. Amplía el IVA y eleva cargas en actividades productivas ya sobre exigidas, trasladando el ajuste a los mismos contribuyentes. El efecto práctico es claro: comer será más caro porque más restaurantes cobrarán 19%; divertirse también, porque conciertos, cines y parques pagarán 19%; y transportarse costará más, pues gasolina y Acpm tendrán IVA de 10% en 2026-2027 y de 19% después, presionando el transporte público y de carga y, con ello, la canasta básica.
En ese marco, gravar con 19% al turismo internacional es “pegarse un tiro en el pie”: no solo se cobra al visitante que llega, sino que además se encarece aquello que lo atrae - comida, movilidad y entretenimiento- desalentando por partida doble su decisión de venir.
En lo corrido de 2025 se evidencia un ajuste: entre enero y marzo se generaron US$2.056 millones, una caída de 13% frente al mismo trimestre de 2024. Este retroceso refleja un posible impacto de la moderación en el flujo de turistas, aunque el nivel de divisas sigue siendo elevado en comparación histórica.
Todo justo cuando el sector venía al alza: 4,7 millones de viajeros en 2022; 6,17 millones en 2023 (+31%); 6,89 millones en 2024 (+12%) y US$8.587 millones en ingresos; y cuando 2025 ya muestra una leve desaceleración (-0,1%) y menos visitantes desde Estados Unidos (-2,8%) en medio de una crisis binacional. EE.UU. se mantiene como el principal país emisor de turistas hacia Colombia. En 2022 llegaron 903.752 viajeros estadounidenses por vía aérea, cifra que se duplicó frente a 2012. En 2023 alcanzaron 1,02 millones, y en 2024 la cifra subió a 1,19 millones, con un crecimiento de 15% respecto al año anterior.
En circunstancias como estas, lo más obvio es buscar mecanismos de promoción e incentivos a la oferta, pero no, aquí hacemos lo contrario, en Colombia decidimos que lo mejor es desestimular los viajes y detener uno de los motores de la economía y fuente de ingreso para decenas de miles de familias.
Después del trabajo que han hecho los distintos gobiernos para posicionar el turismo, hoy lo que se busca es dejarlo a la deriva, le damos a los competidores de la región una extraordinaria oportunidad para que se lleven la tajada que habíamos ganado. La competencia de precio-calidad es grande y estaremos perdiendo en ambos sentidos porque más impuestos implica menos ingresos, menos inversión, menor calidad, menos turistas.
Lo racional es promover destinos, facilitar conectividad y aliviar costos, no subirlos. Instamos al Congreso a un debate responsable, abierto y con evidencia. Colombia necesita disciplina del gasto, estabilidad y reglas claras, y una progresividad sin asfixia que proteja a los hogares vulnerables. Insistir en más impuestos a lo mismo -y justo sobre lo que hace atractivo al país- es, para el turismo, el empleo y las finanzas públicas, pegarse un tiro en el pie.
El alto aumento del SM, como afirma el gobierno, incrementa la demanda agregada y, junto con el desborde fiscal, ha generado presiones inflacionarias inmanejables
No basta con utilizar la tecnología de manera instrumental o reactiva; es necesario aprender a integrarla estratégicamente para generar beneficios educativos
El primer daño es el tránsito de la búsqueda genuina de la verdad hacia la imposición de la posverdad, donde los hechos dejan de importar y son reemplazados por narrativas conveniente
