El mapa energético mundial cambia a un ritmo vertiginoso: nuevos países entran al mundo de la producción de petróleo y gas, otros dejan la energía nuclear; crece el uso de energías alternativas así como el consumo de gas no convencional, mientras que la eficiencia energética se consolida como la herramienta clave para reducir el consumo de energía.
Bajo este panorama, si hoy se amplían e implementan nuevas iniciativas para mejorar la eficiencia energética mundial, el ahora podría representar un verdadero punto de inflexión.
Según el informe Perspectivas de la energía en el mundo 2012 (AIE), la demanda mundial de energía crecerá más de un tercio antes del 2035. Por ello, cada vez más los países se inclinan a diversificar sus fuentes de generación eléctrica dando mayor importancia a las renovables y al gas natural. Pese al crecimiento de las fuentes de energía de baja emisión de carbono, los combustibles fósiles siguen siendo predominantes en el mix energético mundial. Los impactos ambientales por el uso de estos y la creciente toma de conciencia sobre la necesidad de recuperar y preservar un ambiente sano, están impulsando los cambios en la industria.
Ante las desafiantes metas globales, los países más demandantes han anunciado nuevas medidas: China espera reducir 16% la intensidad energética para 2015; Estados Unidos ha adoptado nuevas normas para el ahorro de combustible; la UE se ha comprometido en recortar 20% de su demanda al 2020; y Japón pretende disminuir 10% el consumo a 2030.Sin embargo, incluso con la implantación de éstas, una parte significativa del potencial de mejora está paralizada.
La principal solución sigue en nuestras manos, no ha cambiado: es la eficiencia energética. Eso implica el uso inteligente de ese recurso, y de hacer más eficiente toda la cadena de producción y distribución. Todos somos consumidores de energía, por ende, el entendimiento y aplicación de este concepto, además de reducir costos, promoverá aún más la sostenibilidad económica, política y ambiental, no sólo del país sino del planeta.
Debemos lograr construir una salida integral, incorporando sí una demanda inteligente de energía, pero también una distribución inteligente, es decir, construir una red eléctrica inteligente que integre todos sus procesos y estos a su vez puedan ser medidos en cada paso. Es bajo esa meta que diversos líderes de la industria trabajamos amparados en ese compromiso con la sociedad y el medio ambiente.
Colombia en su reciente Informe Nacional de Competitividad 2012-2013 alerta que un funcionamiento adecuado del mercado energético del país es determinante fundamental para la competitividad de las empresas nacionales.
"Un mercado energético apropiado debe cubrir dos bases fundamentales: de un lado, debe ser económicamente eficiente para garantizar precios competitivos al consumidor, y de otro, debe garantizar la viabilidad financiera a las compañías que lo componen, de tal forma que se garantice el suministro de energía en el futuro, sostiene el mencionado texto.
Debemos reconocer el gigantesco esfuerzo que está haciendo el país por reducir su consumo energético en 4% para el año 2015.
El cambio de bombillas, la conversión tecnológica en las grandes industrias, y la disminución en pérdidas técnicas en la distribución, todas iniciativas impulsadas por el Proure (Programa de Uso Racional y Eficiente de Energía y Fuentes no Convencionales), han hecho grandes aportes para cumplir con esta necesaria tarea.
Invitamos a todos los directores y gerentes de empresas, al sector público y privado en general, a que formen parte de un nuevo mapa mundial en el que seamos más eficientes energéticamente. Todas las mejoras comienzan con esa conciencia por la necesidad de cambio. Medir y auditar, para establecer las bases del cambio, automatizar y regular; y realizar un monitoreo continuo de sus sistemas eléctricos son los primeros pasos.