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Analistas 11/12/2018

Cum hoc ergo propter hoc

Marc Eichmann
Profesor MBA Universidad de los Andes
Analista LR

Al buscar en internet la acepción “cum hoc ergo propter hoc” (en latín, ‘con esto, por lo tanto a causa de esto’) nos encontramos con una falacia que se comete al inferir que dos o más eventos están conectados causalmente porque se dan juntos. La falacia consiste en inferir que existe una relación causal entre dos o más eventos por haberse observado una correlación estadística entre ellos (Wikipedia).

Confundir la correlación con la causalidad es un error que cometemos todos los días. La cometemos cuando asociamos fenómenos como el despliegue en los medios de los escándalos de desfalco de dineros públicos con un incremento en la corrupción, cuando lo primero, más que una consecuencia de la corrupción es una señal de que se está combatiendo al hacerla visible.

Sin embargo, cuando enfrentados a este dilema se justifica la inversión de altas sumas de dinero público en infraestructura y subsidios, por medio de una política pública avalada por un estudio serio del Departamento Nacional de Planeación (DNP), se hace necesario asegurar el rigor técnico.

En este sentido, el estudio, publicado este mes y denominado “Aproximación al impacto de las TIC en la desigualdad de ingresos en Colombia”, es un ejemplo de cómo aplicar el rigor necesario al basar sus conclusiones en regresiones lineales que analizan la relación entre el ingreso de los hogares pobres con su acceso a internet, con la ayuda de una variable instrumental.

En primera instancia, la bien lograda técnica estadística reconoce la dificultad de aislar la relación de causalidad entre la penetración de internet y mayores ingresos en los hogares o viceversa. Independientemente de los estudios que reconocen, a lo Pambelé, que para tener mejores ingresos es mejor tener conexión de internet que no tenerla, parecería sin el análisis, mucho más sencillo justificar que con mayor poder adquisitivo los hogares son más pronos a comprar una conexión a internet que lo contrario.

Una conexión a internet da acceso a material educativo, noticias, información comercial y acceso a redes sociales. En la medida en que el estudio aísla los efectos del número de integrantes, el nivel educativo y ubicación rural o urbana del hogar, se concluye que los suscriptores de los hogares urbanos menos beneficiados son capaces de transformar subsidios a conexiones de banda ancha en mayores ingresos en un plazo de cuatro años, a pesar de una compleja cadena de supuestos.

Sin embargo, justificar la inversión de dineros públicos significativos en subsidios al servicio de internet no solo requiere demostrar que su penetración en estratos bajos genera mejora sus ingresos. A pesar de que el estudio concluye que, con una inversión de un $1 billón en casi tres millones de hogares se disminuye el índice Gini en un 0,34%, carece en su presentación de un análisis profundo de costo beneficio de los subsidios, que permita afirmar que estos son inferiores al aumento de los ingresos generado para los hogares y la sociedad.

Sería conveniente que el DNP evalúe si existen inversiones alternativas en salud, infraestructura, alimentación o educación que tengan un retorno superior para los menos beneficiados, en su definición de la política pública. Al fin y al cabo, estamos en un entorno donde los recursos del Estado y, de los operadores de telecomunicaciones están muy limitados para la inversión.

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