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Analistas 25/10/2016

Contaminación

Marc Eichmann
Profesor MBA Universidad de los Andes
Analista LR
La República Más
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Muchos bogotanos que madrugan por los cerros orientales son conscientes de los crecientes niveles de polución ambiental en la ciudad. La nube gris que se asoma por el occidente es cada vez más densa y se integra a la ciudad cada vez más íntimamente. Para aquellos con varias décadas habitando en Bogotá, este fenómeno, ahora parte de la vida cotidiana, solo ocurría en los alrededores de la avenida Caracas y la carrera 13, cuando antes del Transmilenio, circulaban cientos de buses que competían con emanaciones de partículas contaminantes.

En Bogotá, la concentración de partículas contaminantes de menos de 10 micrones medida por la Secretaría de Ambiente es de 44 microgramos por metro cúbico, un dato que supera los niveles de 20 permitidos para la Organización Mundial de la Salud. Sin embargo, según los funcionarios del distrito, Bogotá no tiene problemas de contaminación debido a que la ciudad cumple con los estándares nacionales de 50 microgramos por metro cúbico. La contaminación del aire en la capital colombiana es mayor a la de Sao Paulo y Buenos Aires, aunque no llega a los niveles de Santiago de Chile o Ciudad de México. Y eso que Bogotá se beneficia de un régimen de lluvias y vientos que la ayudan mucho a limpiar su aire.

Las zonas más contaminadas de Bogotá están en el occidente de la ciudad. El barrio Carvajal, Kennedy, Puente Aranda y Suba tienen índices de contaminación muy superiores a los del oriente del Distrito Capital. Hace unos años, en la alcaldía de Samuel Moreno, el gobierno de la capital presentó un documento para mejorar la calidad del aire de acuerdo con la normatividad local, que no se ajusta a las recomendaciones de la OMS.

Según expertos de la Universidad Nacional, las dos principales causas de la contaminación en Bogotá son los vehículos que consumen gasolina y en especial Acpm, el polvo generado por las construcciones y las calles sin pavimentar o con muchos huecos. Del lado de los vehículos, una polémica reciente con respecto a la calidad del Acpm producido por la refinería de Barrancabermeja sugirió como solución reemplazarlo por el producido por la refinería de Cartagena (Reficar), que gracias a su avanzada tecnología (y enorme inversión) produce una contaminación muy inferior al utilizarse. Aparentemente, por razones financieras de una Ecopetrol con problemas por los bajos precios del petróleo, se sigue consumiendo en Bogotá el diésel de baja calidad. 

La contaminación ambiental tiene efectos en la salud de los bogotanos produciéndoles principalmente enfermedades respiratorias. Un informe reciente del Banco Mundial indica que la contaminación atmosférica se convirtió en el cuarto factor de deceso prematuro en el mundo y que hoy es seis veces más letal que enfermedades como el paludismo. Una de las caras más duras de la contaminación del aire es que ataca con fuerza a las poblaciones más vulnerables como los niños y los ancianos.

Para evitar que esto suceda es necesario que el alcalde exija combustibles de buena calidad para la ciudad a Ecopetrol. Adicionalmente hay que quebrarle el espinazo a la corrupción que ha hecho que las mediciones de gases de las revisiones tecno mecánicas sean un saludo a la bandera, ya que en mediciones recientes casi el 10%  de los vehículos no cumplen con los estándares. Desde la política pública se pueden implementar medidas para parar un fenómeno que, si bien hoy no es de importancia crítica, será inatajable dentro de unos años.

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