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Analistas 28/11/2018

Es la estrategia

Manfred Grautoff
Consultor de seguridad nacional
La República Más

La guerra en Yemen es la peor tragedia humanitaria de Medio Oriente, sin embargo, es de esos conflictos que poco importan, a diferencia de la sobre exposición mediática que tiene el conflicto entre Palestina y el Estado Israel. Solo basta ver las cifras del Comité Internacional de la Cruz Roja para percatarse de la tragedia de los yemenitas, 22 millones de personas necesitan de ayuda humanitaria para sobrevivir diariamente, 15 millones no tienen acceso al agua y 2 millones de niños están fuera del sistema educativo. Las cifras de Naciones Unidas han relatado la muerte de 10.000 seres humanaos por acción directa de la guerra y de 85.000 niños como víctimas fatales producto de la desnutrición. Tanques de pensamiento que han investigado este conflicto como el Acled y el Proyecto de Base de Datos sobre Localización y Acontecimientos de los Conflictos Armados, describen en reportes oficiales que esa guerra deja alrededor de las 50.000 muertes directas producto de los enfrentamientos.

La situación de Yemen, es un ciclo recurrente de las dictaduras en países inestables. Este país árabe bicontinental después de haber sido descolonizado por turcos otomanos y británicos, comenzó a ser un Estado Nación, siendo presa de las guerras civiles que a la final derivaron en dictaduras como la de Ali Abdullah Saleh, que gobernó este país desde 1990 al 2011 con puño de hierro. Después sería depuesto por los movimientos de la primavera árabe que reclamaban el paso a sistemas democráticos, así llegaría al poder Abd-Rabbu Mansour Hadi que comenzó a dar cambios hacia a un régimen más liberal. Sin embargo, en 2014 un grupo rebelde denominado, Huties, practicantes del Islam Chiita, dieron un golpe de Estado contra el gobierno en la capital Saná, con apoyo del antiguo dictador Abdullah Saleh, de tal forma que Yemen se partió en una guerra civil entre norte y sur.

Así, Arabia Saudita entró a apoyar al bando que gobierna Yemen del Sur, con el objetivo de deponer a los Huties. Es aquí donde se puede apreciar que poseer tecnología militar y ser el tercer ejército mejor equipado del Medio Oriente, no es suficiente, ya que los Huties, a pesar de su debilidad lo está derrotando.

La cadena de mando de los saudíes es tan burocrática que cualquier decisión sobre el terreno los lleva a no tener reacción, el sistema político ha originado que la oficialidad de estas Fuerzas Armadas provenga de la monarquía, por lo tanto la meritocracia no existe.

Gracias a la desconfianza que los monarcas sienten sobre sus propias tropas, implica que cometan grandes errores en el campo de batalla, provocando un ejército desmotivado al verse superado por un grupo armado irregular que está altamente motivado y que tiene una toma de decisiones flexibles. La debacle militar de Arabia Saudita en Yemen indica que poseer armamento y tecnología es importante, pero que la estrategia y un sistema político democrático son fundamental para imponerse en un teatro de guerra.

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