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Analistas 26/01/2022

Pobreza mental

Gran polémica ha desatado la propuesta, hecha quizás de manera provocadora, de presentar a Barranquilla como sede de las competencias de Formula 1. Este circo que se mueve por cinco continentes y 21 países a lo largo de nueve meses es uno de los eventos más sofisticados y lujosos que existen, con duchas de champaña al final de cada competencia, modelos despampanantes, invitados billonarios y todo el glamour asociado a las marcas más exclusivas del mundo.

La avalancha de críticas a la idea y sus respectivos memes fueron la comidilla de los últimos días, hasta que el escándalo o la tragedia del momento -siempre la hay- los hicieron cambiar de tema. No obstante, vale la pena reflexionar más sobre el episodio.

Hacer trizas la idea no es muy difícil, ¿cómo, se preguntaran muchos, es posible que en una ciudad con tantas necesidades y con tanta pobreza, donde la desigualdad es tal vez más protuberante que en otras partes del país, se esté pensando en invertir recursos, sean privados o públicos, en un espectáculo que es en últimas el epítome de la frivolidad? Si ni siquiera se ha podido resolver el problema de los arroyos y las calles de los barrios están destapadas, literalmente asfixiando niños, ¿cómo se puede pensar en celebrar un evento de ese lujo? ¿Cuántos hospitales, guarderías, puestos salud y colegios se podrían construir con ese dinero?

Ya ve uno a los políticos de todas las estampas poniéndose su uniforme populista para cabalgar hipócritamente sobre la indignación popular, unos para resaltar la indiferencia de los ricos y poderosos y los otros para arroparse en la austeridad monacal, donde se construyen “puentecitos” y “carreteritas”, se sirve “juguito” de mora en los cocteles, se recorta en cuadritos el papel higiénico para ahorrar y se pide “aplazar el gustico” no vaya y sea nos llenemos de pelaos.

Y, sin embargo, la idea merece una consideración seria. Como lo ha dicho magistralmente Yuval Noah Harari los sapiens somos las historias que nos contamos. Como país nunca vamos a salir del subdesarrollo si seguimos creyendo que somos un país pobre y si nos seguimos comportando como pobres. (No lo somos, somos un país de ingreso medio alto, y por eso accedimos a la Ocde ante el escepticismo y oposición del hoy presidente y su partido de gobierno, el mismo de los “puentecitos” y las “carreteritas”).

Solo cuando se piensa en grande se logran cosas grandes. Brasil es un país más desigual que el nuestro y México tiene tantos pobres y puede ser más violento que nosotros y en ambos se llevan a cabo competencias de Formula 1.

En Sudáfrica, un país casi exactamente igual que Colombia en casi todos los indicadores, se disputaron veintitrés grandes premios.

Barranquilla siempre ha pensado en grande, tuvo en su momento el muelle más largo del mundo, el primer ferrocarril del país y la segunda aerolínea del planeta. Todos construidos por extranjeros que no estaban atados a paradigmas parroquiales. Es hora de volver a pensar en grande, la pobreza solo se acaba con inversión y con crecimiento, y la Formula 1 puede ser un buen comienzo.

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