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La izquierda colombiana, en su tremenda levedad, salió a celebrar el triunfo de la señora Jara en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Chile. Hasta Petro publicó en su cuenta de X los resultados de una encuesta en boca de urna donde la daban como ganadora de la contienda frente a sus contrincantes de la derecha.
Se deberían haber quedado callados. El resultado electoral de Chile podría ser una antesala de lo que ocurra en Colombia el año entrante. Las similitudes son grandes porque los procesos políticos han sido parecidos. Un estallido social artificialmente detonado en contra de la una secuencia de gobiernos de centro derecha, que desemboca en la elección de un radical de izquierda a la presidencia, que a su vez lleva a una constituyente woke que fracasa y a un gobierno que sobre promete cambios que no es capaz de realizar. Luego el péndulo se devuelve con fuerza ante el incremento de la inseguridad y la inmigración sin control.
La popularidad de Boric es algo mayor que la de Petro, aunque no es mayoritaria. Ese apoyo nunca se logró trasladar a la señora Jara, una apparátchik del Partido Comunista que designaron los camaradas para profundizar la revolución. Obtuvo el 26% de los apoyos electorales, sorprendentemente cerca al candidato de la derecha dura, que era su antítesis. Sumados los apoyos de los otros candidatos de derecha la victoria la tiene Kast asegurada.
El petrismo sigue aquí el mismo camino. No es claro cuanta de la popularidad presidencial se logre trasladar al candidato sucedáneo del régimen, pero no parece mucha. Se entusiasmaron con Iván Cepeda que tiene el carisma de un comisario político estalinista y hasta se parece a uno. Viene de las lides de la combinación de formas de lucha del PCC, de las cuales su padre fue el pionero. Salvo que Roy Barreras se le atraviese en marzo en la consulta del Frente Amplio bien puede repetir los pasos de la señora de la Jara en Chile.
En Chile no hubo un proceso de depuración de los candidatos de derecha y de centro a través de acuerdos partidistas o de consultas. Fueron tres los que llegaron a la primera vuelta, lo que no evitó que uno de ellos, Kast, tomara la delantera con el tiquete al balotage. Conocido el resultado los otros dos rápidamente se sumaron a su candidatura.
A diferencia del país austral, donde las líneas éticas fueron respetadas por el gobierno, aquí Petro ha demostrado que es capaz de cualquier atropello y despilfarro para imponer su causa. Todo el aparato gubernamental está volcado a apoyar al candidato petrista. Cuánto le sirva esta intromisión a Cepeda y Cía estará por verse. La gente tiende a ser más independiente de lo que el gobierno cree y su influencia en las ciudades es mucho menor que en las zonas periféricas donde pueden comprar conciencias con dineros públicos.
Ya veremos, pero la experiencia chilena es aleccionadora. La ola izquierdista que con tanto ímpetu se manifestó hace unos años muestra señales de agotamiento. No hay ninguna razón para que Colombia sea una excepción.
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