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Analistas 09/03/2022

La hora de la verdad

El próximo domingo sabremos muchas cosas. Sabremos, por ejemplo, si este país, que siempre le ha huido al populismo como se le huye a la peste, le abrirá el camino a uno de los más insignes representantes de este nefasto método de gobernar.

Pa’ qué, pero Gustavo Petro ha hecho una buena campaña. De eso no hay duda. Ha visitado al Papa, se ha reunido con empresarios, ha posado de estadista en los foros gremiales y luce su disfraz de burgués cuando le toca aparecer presidenciable en los debates televisivos que sus asesores le han dicho son vistos por millones de colombianos de clase media, que le tienen terror a perder en una crisis económica el carrito y la casita por los cuales tanto han luchado.

Su lista tiene negritudes, indígenas, pastores evangélicos, manzanillos de abolengo y muchos, muchos mamertos. Se llama el Pacto Histórico, como si fuera importante, o tan importante como otros pactos verdaderamente históricos, como el de Sitges, o el de Punto Fijo, y aspira a sacar 20 y, dicen algunos, hasta 30 senadores. Quién sabe. La cosa está más bien por el lado de los 15 y tal vez una votación más cercana a los cuatro que a los cinco millones de votos, a pesar de las toneladas de dinero invertidas. A Petro le va a ir bien, pero no tan bien como él cree.

Sabremos también si el llamado Equipo Colombia, motorizado por las grandes maquinarias electorales del país (el Partido Conservador, la U, y la facción costeña de Cambio Radical), más el reciente apoyo del Centro Democrático y el clandestino apoyo del Gobierno, logran por lo menos equiparar a la consulta petrista. Deberían. Cualquier resultado inferior a los cuatro millones de votos sería un fracaso.

El favorito en esta consulta, según las encuestas (ya hablaremos sobre eso) es Federico Gutiérrez y debería ganar. Pero hay unos comodines que no se sabe cuánto juegan. Por primera vez en 140 años hay candidatos costeños a la Presidencia, y no uno sino dos. Barguil puede dar la sorpresa, hace cuatro años su partido sacó 2,5 millones de votos y Char se está jugando el pellejo.

¡Ah! ¿Y las encuestas? Están equivocadas. Es risible (y sancionable) una encuesta que saca conclusiones sobre el resultado de una consulta nacional con una muestra de 119 entrevistados. Eso es precisamente lo que ocurre con el resultado de la Centro Esperanza en la encuesta de Invamer. Alejandro Gaviria ha recorrido el país, sumando un número significativo de adhesiones. El sentido común daría a entender que debería, a lo menos, estar disputando la cabeza de esa coalición. El daño que le hacen estas falsas mediciones a la democracia es brutal. Desdibujar estadísticamente a Gaviria significa quitarle a Petro su más claro y efectivo contendor, el único que quizás tiene la capacidad para derrotarlo.

Amanecerá y veremos. Siempre se dice que la elección que se afronta es trascendental, pero esta en realidad lo es. En menos de una semana sabremos si el país continuará su accidentado pero certero camino hacia el progreso o si se sale de la vía y decide lanzarse al abismo.

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