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El sistema de educación superior de Nueva York se gobierna por una Junta de Regentes y el Departamento de Educación Estatal, que regulan instituciones públicas y privadas en un modelo mixto que integra casi 100 universidades privadas de investigación, muchas de prestigio global como Columbia, Cornell, Syracuse y NYU, con dos redes públicas masivas: Suny (State University of New York), creada en 1948 y que hoy es el sistema más grande de Estados Unidos con 64 campus, más de 1,3 millones de estudiantes y más de 7.000 programas; y Cuny (City University of New York), formalizado en 1961, con 25 campus en la ciudad y cerca de 480.000 estudiantes. Según el informe de la contraloría del Estado de NY sobre el impacto del sistema de educación superior, los costos anuales para residentes rondan los US$7.000 y las tasas de graduación oscilan entre el 40% y el 70%. El ecosistema se complementa con unas 200 instituciones que integran la educación técnica y tecnológica en community colleges. Esta arquitectura plural convirtió al Estado de NY en un polo de ciencia, innovación y movilidad social ejemplar en el mundo, sosteniendo una economía intensiva en conocimiento que emplea cerca de 296.000 personas y paga US$26,5 mil millones en salarios anuales.
Un hito reciente es la expansión de la ayuda financiera estatal. Según un reporte de Inside Higher Ed, en 2024 Nueva York elevó el umbral de ingresos para el TAP (Tuition Assistance Program) a US$125.000 y duplicó el mínimo de la beca, lo que benefició a unos 93.000 estudiantes. Combinada con otras ayudas, más de la mitad de los estudiantes de Suny cursan con matrícula cero. A esto se suma la Excelsior Scholarship, que cubre la matrícula en Suny y Cuny para familias con ingresos de hasta US$125.000, con requisitos de progreso académico y de permanencia laboral en el Estado, una política que refuerza la retención del talento. Cuny creó el programa Asap (Accelerated Study in Associate Programs) para fortalecer la formación técnica y tecnológica, logrando tasas de graduación del 50%, casi tres veces la tasa de graduación regular, lo que reduce las brechas sociales y genera retornos a 10 años de 6 por cada dólar invertido y un ROI del 17,5%, según indica SperaConnect.
El músculo científico de Nueva York se refleja, por ejemplo, en la captación de fondos del National Institutes of Health (NIH), con más de US$3,55 mil millones para el Estado en 2024 con instituciones líderes como Columbia, NYU, Mount Sinai y Weill Cornell. Suny invierte en I+D cerca de US$1,4 mil millones, con foco en 14 campus de investigación intensiva. Otro ejemplo es la iniciativa Applied Sciences de Cornell Tech en Roosevelt Island que en los últimos dos años generó más de 115 emprendimientos de base tecnológica con US$768 millones de ingresos y 2.800 empleos, y se proyectan US$1,5 mil millones y 7.000 empleos para 2030. Solo NYU registra unas 240 startups derivadas de su propiedad intelectual que recaudaron más de US$100 mil millones. También alianzas como Google Cyber NYC, con Cuny, Columbia, Cornell Tech y NYU, impulsan la investigación y la formación en ciberseguridad para un mercado en crecimiento exponencial, con una inversión base de US$12 millones destinada a 90 proyectos de investigación de frontera.
Solo Suny, según su reporte económico, aporta US$31 mil millones anuales al PIB estatal y sostiene 157.600 empleos directos e indirectos, con retornos estimados de US$8,67 por cada dólar invertido. El sistema de educación superior de Nueva York combina investigación de frontera con universidades públicas y privadas, así como con centros médicos y redes de community colleges, y cuenta con trayectorias claras de transferencia de conocimiento, de emprendimiento y de formación de capital humano altamente calificado, junto con programas de incentivos muy efectivos.
Estudiar experiencias como las de la Ciudad de Nueva York y programas como Asap son necesarios para imaginar y rediseñar un sistema que integre la formación técnica con el fortalecimiento de un sistema mixto de universidades que caracteriza la educación superior en Colombia, con inversiones importantes en I+D en sectores estratégicos y alianzas ciudad-industria, como las que lidera Atenea en Bogotá. Colombia deberá orientar, en un nuevo gobierno, fondos de ciencia hacia polos sectoriales (salud, energía, agro-tecnología, seguridad y defensa), con reglas e incentivos claros para que se generen sinergias como las que se evidencian en ecosistemas como el del Estado de Nueva York.
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