MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
Todos atravesamos pruebas que nos parten la vida en dos. Momentos en que el miedo parece ganar, pero en los que también se revela algo distinto, un recurso interior que no sabíamos que estaba allí. Es la decisión de elegir entre la desesperanza o la actitud. Entre victimizarse o mirar hacia adentro y descubrir una fuerza nueva.
Un secuestro de seis meses, por ejemplo, bajo custodia de asesinos. Incertidumbre. Frío. Hambre. La compañía de otros que cargan también su propio dolor. Allí se aprende que las bendiciones pueden ser pequeñas. Un rayo de sol, una taza de avena, una canción inesperada en la radio. Allí se aprende que todo puede reducirse a una elección diaria, la de amargarse o sostener la esperanza.
Desde una experiencia como esa, nace una comprensión más amplia de lo que somos. La vida no se agota en lo material. Lo cotidiano que vemos y tocamos corresponde apenas a una dimensión. Pero hay más. La primera es el punto de origen, la unidad. La segunda, la dualidad que atraviesa todo. La tercera, la materia que habitamos. La cuarta, el tiempo que a veces corre y a veces se detiene. La quinta, un despertar. Es el paso de verse como un cuerpo en supervivencia a reconocerse como un ser espiritual viviendo una experiencia humana.
Ese cambio de percepción trae consigo un propósito. No se trata solo de sobrevivir, sino de expandir la conciencia. De entender que cada relación es espejo. Que cada persona que aparece en nuestra vida trae un aprendizaje. Que lo que atraemos no es casualidad. Que las circunstancias que parecen adversas pueden convertirse en maestras. La conciencia nos libra de culpar al azar y nos lleva a asumir responsabilidad sobre nuestra energía, nuestras elecciones y nuestros vínculos.
La conciencia de esa quinta dimensión nos habla de libertad, de relaciones, de límites, de confianza, de gratitud. Habla de dejar atrás los dogmas que dividen y volver a escuchar la voz de la conciencia. Esa que nunca se equivoca y que muchas veces hemos ignorado por miedo o por costumbre. El objetivo no es acumular respuestas, es lograr una vida más armónica, menos dictada por la lucha y más guiada por la intuición y la paz interior.
Ese viaje está descrito en el libro La quinta dimensión y los códigos sagrados. Un viaje hacia la conciencia, la sanación y la expansión del alma de Carolina Rodríguez Amaya, quien alguna vez fue custodiada por asesinos durante seis meses. Una obra que muestra que la espiritualidad no es evasión, es la forma más radical de habitar el presente con plenitud.
Un paso en falso y, en las próximas décadas, criminales como Pablo Escobar, Carlos Pizarro o Manuel Marulanda podrían convertirse en los nuevos “héroes” de una Colombia delincuencial. Ojalá el país comprenda la magnitud del desafío
El primer daño es el tránsito de la búsqueda genuina de la verdad hacia la imposición de la posverdad, donde los hechos dejan de importar y son reemplazados por narrativas conveniente