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Analistas 12/02/2021

La ‘Gran Recuperación’

Leonardo Mila
Gerente de estrategia de Porvenir
Analista LR

El 2020 será recordado seguramente como el año de la pandemia que llevó a la humanidad al aislamiento social y a la crisis más profunda de los últimos 100 años. La reapertura económica se inició tras los picos iniciales de contagio del virus que se registraron en julio y agosto pasados, lo que generó un optimismo creciente sobre el manejo de la enfermedad y la recuperación que vendría.

Este año comienza, por una parte, con noticias que podrían dar soporte adicional a ese optimismo que inició en la segunda mitad de 2020, como el avance en el desarrollo, aprobación y distribución de diversas vacunas para el covid-19. Pero, por otra, con fuertes rebrotes del virus en el mundo y con la aparición de nuevas cepas en diversas regiones del planeta que plantean serios interrogantes para el futuro de la salud pública y de la economía.

La gran pregunta que surge ahora es si hay razones suficientes para mantener el optimismo que llevó a los mercados globales de renta variable a tener fuertes recuperaciones tras la crisis ocasionada por el virus y a marcar máximos históricos al cierre de 2020 en diferentes geografías, o si por el contrario, terminarán predominando los riesgos y las amenazas en este 2021 llevando a la economía mundial a una nueva crisis y a los mercados accionarios a nuevas caídas comparables con las registradas en 2020, o incluso, más profundas. Al considerar los elementos que lucen relevantes, este 2021 se configura como el año que podrá ser recordado como el año de la ‘Gran Recuperación’.

Lo primero que se debe considerar es que la crisis económica que se observó en 2020 tuvo una naturaleza singular al haber sido generada por los cierres de las economías del mundo como respuesta al surgimiento de la pandemia. A diferencia de crisis anteriores, en esta ocasión no existían desbalances estructurales en la economía o en el sistema financiero que hayan hecho insostenible el dinamismo que se observaba en diferentes latitudes a finales de 2019. No había evidencia de exceso de apalancamiento en hogares o empresas que desencadenara una crisis de insolvencia, así como tampoco existían burbujas en los mercados financieros que anticiparan un colapso inminente en las bolsas del mundo.

Por su naturaleza, su severidad y por su alcance global podemos decir que esta fue la crisis más profunda de la economía mundial de los últimos 100 años, pero también podrá ser la más dinámica y transitoria. La contracción de la economía en el mundo será del -3,5% en 2020, según las proyecciones del Fondo Monetario Internacional publicadas hace unos días, pero la recuperación que se verá en 2021 alcanzará el 5,5% y continuará con un 4,2% en 2022.

Esta dinámica favorable estará soportada por los estímulos sin precedentes desplegados por los gobiernos y los bancos centrales de todos los países del mundo para dar impulso a sus economías en medio de la crisis de salud pública, y que serán incrementados según se requiera, como lo ha mostrado el nuevo gobierno demócrata de Joe Biden en Estados Unidos al anunciar un paquete adicional de estímulo fiscal por US$1,9 billones equivalentes a cerca del 10% de su Producto Interno Bruto y que buscará la aprobación del Congreso en los próximos meses.

El avance en el desarrollo y distribución de vacunas para combatir el covid-19 alrededor del mundo permite mantener la expectativa de que el virus comenzará a ceder terreno en los próximos meses y contrarresta el surgimiento de nuevas cepas el hecho de que investigadores y autoridades de la salud asignen una elevada probabilidad a que las vacunas existentes con leves modificaciones puedan ser efectivas contra las nuevas variedades del virus.

En este escenario nos encontramos en la antesala de la gran recuperación que comenzó durante el segundo semestre del año pasado, pero que se ha pausado por los nuevos cierres económicos que se han dado ante los rebrotes y mutaciones del virus. El segundo trimestre del 2021 deberá marcar el inicio del gran rebote de la economía y se podrá consolidar durante el segundo semestre para materializar los crecimientos económicos que anticipa el Fondo Monetario Internacional para este año.

Nuestro país no será la excepción a esta dinámica, si bien se encuentra un poco atrás en la línea del tiempo junto con otros países de Latinoamérica cuando se comparan con Europa y Estados Unidos que ya empiezan a registrar retrocesos visibles desde los nuevos picos de las curvas de contagio. Al igual que en otros países del mundo, nuestro Banco de la República ha entregado una liquidez sin precedentes a la economía y al mercado financiero en ausencia de presiones inflacionarias, y el Gobierno Nacional implementó un estímulo fiscal inédito que planteará grandes retos a las finanzas públicas en el mediano plazo pero que permitió mitigar significativamente el impacto económico y social de la pandemia.

El mayor desafío para Colombia será materializar el crecimiento económico, recuperar el empleo y mantener el grado de inversión por parte de las tres calificadoras internacionales de riesgo más relevantes: Standard & Poors, Fitch Ratings y Moody´s, que se pronunciarán en el segundo semestre del año, lo que dependerá fundamentalmente de que el Gobierno logre tramitar una reforma tributaria sustancial que permita dar inicio a la normalización fiscal de nuestro país.

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