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Analistas 04/04/2023

Reformitis aguda

El 22 de marzo de 2023 se radicó el proyecto de reforma pensional en el Congreso y ya son tres las reformas que cursan en materia laboral y de seguridad social. El futuro de la salud, el trabajo y las pensiones se debate en una suerte de ruleta rusa, en la que los congresistas tendrán que dirimir entre los más de trecientos artículos que suman los documentos.

Algunos se preguntan si el número de congresistas que debate en la comisión séptima es suficiente para atender las necesidades que plantea cada iniciativa y si es posible garantizar una discusión seria de cara a las problemáticas que presenta actualmente el modelo laboral y de protección social colombiano. La intención de modificar y rediseñar el sistema supone desafíos en materia de análisis, discusión y concertación que, como mínimo, requeriría por lo menos una legislatura por proyecto, especialmente si se tiene en cuenta el impacto que generaría su aprobación en términos de costos económicos, políticos, sociales y culturales.

Pareciera que el afán por cumplir las promesas de campaña se impusiera sobre el interés general y que los aires de reforma impregnaran a tal punto que lo único importante sea sacar adelante los proyectos, cueste lo que cueste.

El proyecto de reforma a la salud se radicó sin una discusión previa y sin entrar a considerar los comentarios de algunos expertos e incluso de los mismos profesionales de la salud. La omisión de consensos y discusiones de fondo trajo como consecuencia que hoy, después de un mes y medio de debate, el proyecto se encuentre prácticamente hundido en el Congreso.

En materia laboral, si bien se implementaron mesas de concertación, el documento final que se radicó el pasado 16 de marzo reunió al menos 80% de las propuestas que presentaron las centrales obreras y tan solo 6% de las recomendaciones de la Misión de Empleo del 2021. Esto evidencia una clara desconexión entre lo que se dijo haber concertado y lo que en efecto quedó consignado en el articulado de la reforma.

El proyecto de reforma pensional no fue ajeno a esta dinámica y se presentó con una propuesta de un pilar contributivo, donde Colpensiones recibe los aportes de los tres primeros salarios mínimos cotizados y los fondos privados de pensiones reciben las cotizaciones que exceden ese monto, desconociendo las proyecciones que en su momento hizo el Departamento Nacional de Planeación. Según el DNP, aún sobre la base de un salario mínimo, la propuesta implica que en 2075 Colombia tendría 18,2 millones de cotizantes y 7,5 millones de pensionados, es decir, una relación de 2,4 cotizantes por pensionado, cuyos aportes no alcanzarían a cubrir el costo de la mesada pensional. Esta diferencia entre los recursos que ingresan al sistema a través de cotizaciones y los recursos que salen a través de mesadas pensionales, conllevaría a un déficit para el año 2075. Dicho déficit se hace más próximo (2030-2060) entre más salarios mínimos se incluyan en el umbral establecido para los aportes que van a Colpensiones.

Si la intención es disminuir la informalidad, que según cifras del Dane ronda 58%, o aumentar el porcentaje de cobertura y la calidad de los servicios prestados a través del Sistema de Protección Social, es necesario involucrar a todas las esferas sociales y garantizar su participación activa y efectiva en las discusiones. El mundo está cambiando: la pandemia nos mostró la vulnerabilidad de los sistemas de salud, las economías se hacen más globales y digitales, los modos de empleo están cambiando como resultado, y la población del planeta envejece. Las políticas en materia de seguridad social deben reconocer estos cambios e internalizarlos con el fin de mejorar las condiciones de vida de la gente y saldar deudas sociales históricas en medio un mundo cada vez más dinámico.

La tarea no es fácil, y por eso debe ser realizada con sumo cuidado. El destino de algunos de los más importantes asuntos para cualquier colombiano está en manos del Congreso. Ojalá las elecciones locales del mes de octubre de este año no desvíen su atención y permitan que esta “reformitis aguda” se traduzca, en últimas, en bienestar para todos.

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