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Estamos ad portas de las elecciones parlamentarias, donde decidiremos quienes serán nuestros representantes en el Congreso de la República. Serán los que hagan las leyes: las normas jurídicas generales que, en consonancia con la Constitución Política, rigen nuestro destino económico y social. No es de poca importancia. En unas elecciones con incertidumbre, donde puntea un candidato “antisistema”, con valores y principios contrarios a la economía de mercado, la libertad de empresa, la propiedad privada y el respecto a los derechos adquiridos, surgen dos preguntas. ¿Qué pasaría si gana? ¿Cambiaría el modelo político y económico? Para muchos, el sistema político colombiano es bastante robusto.
No se podría cambiar fácilmente el modelo, por la rigidez institucional, pues los valores y principios están anclados en la Constitución. Existe una tesis, sin embargo, que señala a la Constitución del 91 como extremadamente maleable, debido a los diferentes actores e ideas que confluyeron en su creación, lo cual implica admitir que es el Congreso el que determina el matiz o color de los valores y principios. Para ello debemos escudriñar y analizar los programas y las hojas de vida, de un sin número de listas y candidatos, para escoger 102 senadores y 182 representantes, dentro de los cuales están las 16 curules de las circunscripciones de paz, a quienes se sumarán cinco senadores y cinco representantes de las Farc.
De hecho, fueron un total de 2.966 inscritos, de los cuales 407 son miembros de las organizaciones de víctimas del conflicto armado de las circunscripciones de paz. Para el Senado, son 997 candidatos, en 25 listas. Para la Cámara, son 1.562 candidatos, en 333 listas. Y para las 16 curules de las circunscripciones de paz, son 204 listas. Todo un mar de posibilidades en el que se encuentra de todo. Es un “salpicón con todo” que habrá que mirar con lupa. Seguramente, hay candidatos buenos, regulares y malos, pero lo importante no es la hoja de vida del candidato, sino la hoja de vida del candidato que escojamos y que nos represente. Los parlamentarios serán el contrapeso para alinear al fiel de la balanza. Es lo que se requiere para que el otro poder, en este caso el ejecutivo, cuente con el contrapeso adecuado para que el vertical de la balanza democrática esté en perfecta armonía o perfecta igualdad de los pesos comparados, antes de que el problema se traslade a la Corte Constitucional. Si no contamos con ese contrapeso, de forma robusta e independiente, el fiel de la balanza democrática se inclinará, necesariamente, de manera desequilibrada e inadecuada para nuestro futuro.
De hecho, estamos saliendo de una crisis económica. Las empresas en general han mostrado una dinámica sorprendente, pero la recuperación y generación de nuevos puestos de trabajo continúa rezagada. Por eso, debemos perseverar en la defensa de nuestros valores y principios democráticos y económicos, como único remedio para la generación de bienestar, empleo y equidad social. Hay que votar por aquellos candidatos al Senado y a la Cámara con buenas hojas de vida que reflejen el talante democrático e ideas de libertad económica que tenemos y queremos la mayoría de los colombianos.