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Tribuna Universitaria 10/08/2017

Socialismo, fracaso sin aprendizaje

Juan Manuel Nieves R.
Estudiante de Comunicación Política
JUAN MANUEL NIEVES
La República Más

En días recientes, Venezuela siguió el camino que tenía señalado cualquier país que decide iniciar la ruta al Socialismo. Destituyó con una enmascarada constituyente poderes legítimamente elegidos como la Fiscalía y la Asamblea, para instaurar solamente personas afines.

El camino del socialismo históricamente ha estado plagado de sangre y sobre todo de fracasos económicos; aun así, resulta curioso que tantas personas lo sigan apoyando y sea una opción, no solo para el pueblo raso, sino para políticos y mandatarios.

Aunque no es fácil señalar la causalidad exacta de este fenómeno, sí hay varios indicios que muestran el crecimiento del socialismo, sobre todo en estos países en vías de desarrollo. El primer factor es la pobreza. Todo régimen se alimenta siempre de la condición humana; así, mientras más riqueza, mayor capitalismo habrá; a mayor pobreza mas socialismo. Finalmente si todos son pobres mayor dependencia del régimen habrá.

Un segundo factor es la subsidiaridad. El creciente afán por subsidiar distintos sectores va volviendo a los habitantes dependientes del Estado y, finalmente, quien ha vivido en la pobreza, cualquier ayuda, venga de donde viniere, será bien agradecida y defendida.

Un tercer factor es el populismo. Mandatarios han demostrado efectividad en sus campañas al recurrir a promesas baratas, de igualdad, subsidios y a demonizar la riqueza, a sabiendas que implementando este tipo de regímenes, sus arcas son las primeras en llenarse, fruto del patrimonio de todos los habitantes del país. Fidel Castro dejó una fortuna de más de US$100 millones según la revista Forbes, Hugo Chávez, de cerca de US$500 millones y la de Maduro ya se sabrá en algún momento. La riqueza para los populistas es mala cuando la tienen otros, no ellos.

El último factor es la economía. Las crisis provocadas por los mismos sistemas, son achacadas siempre a la propiedad privada y a los empresarios. Los seguidores, que suelen aumentar en estados de necesidad, ven impávidos cómo la inflación se desborda y los capitales buscan otros rumbos. En Venezuela, cálculos publicados en la revista Dinero a 2016, la fuga de capitales rondaba los US$500.000 millones, una ruina para cualquier economía. Lo triste es que un país tiene un fondo largo para descomponerse completamente y aún les queda largo camino por recorrer, basta comparar la descomposición de ellos con Cuba o Corea del Norte.

Con este panorama no resulta raro el crecimiento de ideas socialistas en Latinoamérica y más en Colombia con una guerra de guerrillas vigente. Sin embargo, preocupa cómo el fracaso visible en Venezuela, no invite al repudio de distintos sectores de izquierda; el libreto es claro: en el corazón de todo político con ideas socialistas y populistas siempre está un tirano que, a costa del trabajo y la capacidad productiva de un país, sueña con enriquecer su bolsillo e intentar corregir los imposibles de un modelo socialista.

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