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Tribuna Universitaria 13/05/2022

Acostumbrarse al mal

Juan Manuel Nieves R.
Estudiante de Comunicación Política
JUAN MANUEL NIEVES

Se dice que entre los alemanes circula un dicho: si hay diez personas y entre ellas un nazi, hay 10 nazis.
Extrapolando el anterior pensamiento, es sorprendente la tolerancia que tiene la sociedad colombiana desde temprana edad con la trampa y, después, con la corrupción. El país no cuenta con sólidas estadísticas al respecto, pero no es un secreto que la lucha contra el plagio comienza de manera más seria en la universidad; en el colegio la facilidad de la copia y la ayuda indebida no tienen sanción y muchos de los estudiantes ven como una “viveza” el lograr hacer trampa.

Este acostumbrarse desde temprano no es una falta exclusiva de los colegios, algún problema ético ya se lleva desde los hogares, cuando los niños ven un soborno a un policía por parte de alguno de sus padres, cuando no se respetan las normas porque no hay una autoridad cerca, cuando abiertamente se burlan de la viveza de algún amigo por una trampa, o peor aún cuando delante de sus hijos ejercen sin pudor algún tipo de corrupción más grave. Este comportamiento va mellando los principios éticos de las personas, según Michael Sandel solo en la infancia se pueden cimentar, de resto solo son modificables muy contadas conductas.

A lo anterior se le agrava la situación de pobreza de casi la mitad del país, lo que lleva a que el ejemplo desde la niñez sea el control de grupos armados y ellos se vuelven el ejemplo o el sueño a seguir, el robo no es problema, los abusos tampoco y el asesinato comienza a ser bien visto ante la deformación moral con la cual se vive, sin contar que la droga y la minería ilegal se vuelven el panorama “normal”.

A pesar del cansancio que circula en las encuestas con la corrupción y la crítica de ella en la mayoría de los espacios, en restaurantes las personas no se incomodan al tener en otras mesas a corruptos o en espacios de fiesta compartir con presuntos narcotraficantes, es evidente en varios de esos ambientes la presencia de dichos sujetos. La constante permisividad de familias y sociedad hacen de este panorama un hecho habitual; resulta difícil ya una sanción social con la reacción inesperada de estas personas; quien se pavonea en público con sus extravagancias, robos y hasta asesinatos, poco reparo tendrá en cometer alguna fechoría adicional.

Los colombianos se acostumbran a todo, incluso a convivir con el mal. Pero no se puede continuar igual, en Estados Unidos la sanción de 70 estudiantes de la Universidad de Harvard por plagio fue noticia nacional, aquí pasaría desapercibida ante los continuos hechos más graves; no se trata de formar una conciencia moralista, pero sí de reconocer la culpa en el grueso de la sociedad;, es fácil criticar la conducta ajena y hablar mal de los políticos, pero ellos no vienen de Marte, vienen de los colegios y las universidades donde se forma la gente común y corriente; puede que sea exagerado el dicho de los nazis, pero ese adormecimiento con el mal algo tiene que decirle al país como sociedad.

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