.
Analistas 24/09/2022

1984 criollo

En las últimas semanas no he podido evitar recordar un clásico de la literatura que leí hace muchos años. La novela ‘1984’ de George Orwell. Esta novela describe una sociedad distópica en la cual el gobierno controla a la gente y donde el individuo no puede decidir nada por si mismo. Orwell escribió esta novela en pleno auge del comunismo en la Europa de la post guerra, cuando aún no se conocían los defectos de este sistema. Para Orwell, quien era un libertario que veía al comunismo como una amenaza para la humanidad, este sistema era la negación del individuo. Lo interesante es que su crítica al comunismo no estuvo muy alejada de la realidad.

¿Y esto qué tiene que ver con Colombia? Pienso que bastante porque en Colombia en este momento se están confrontando de manera inadvertida las dos visiones del mundo que tenía Orwell. La primera, y hasta ahora aceptada por el establecimiento criollo, es un mundo donde la sociedad y sus instituciones políticas y económicas se construyen a partir de la libertad del individuo, y la otra -que nos presenta con fuerza el nuevo gobierno-, es un mundo donde el Estado posee una inteligencia superior a la del individuo y le impone su ideología.

Nuestro nuevo gobierno con visos Orwellianos tiene en su Gran Hermano -el líder omnipresente de la novela-, a una guía con una inteligencia superior que nos quiere orientar en todo. El sabe lo que es mejor para los ciudadanos, así sus tesis no estén probadas en ninguna parte, o peor aún, hayan fracasado en otras latitudes. En esta concepción de Estado el individuo es ignorante y debe aceptar sumisamente lo que disponga su infalible jefe. Por eso, entre sus principales objetivos están que ahora el Estado nacionalice múltiples áreas de la economía -pensiones y salud por ejemplo-, legalice las drogas, elimine la exploración de hidrocarburos y dialogue con los violadores de la ley antes de aplicarles las normas.

El Gran Hermano piensa que es deber del el Estado dirigir los destinos del pueblo más que apoyarlos en el libre desarrollo de su personalidad. Son dos visones del mundo muy diferentes. No importa que la mitad de los Colombianos no hayamos votado por esos cambios porque para él la gente no sabe realmente lo que le conviene. En cambio, el Estado en su inmensa sabiduría si lo sabe.

La evidencia nos enseña que no solo el Estado no es sabio, si no que en nuestro caso es más bien incompetente. Por eso debería limitarse a intervenir en aquellos temas que por razones de acceso y de calidad los individuos se quedan cortos o abusan. Y más que mantener a la población con dádivas, debe ocuparse en gran medida en proveer salud y educación de alto nivel para que el ciudadano tenga las herramientas para superarse y no se convierta en un parásito del Estado.

Propender por lo que los americanos llaman ‘level the playing field’ o, traducido al español, nivelar la cancha. Más que igualdad de ingresos, la filosofía liberal busca es igualdad de oportunidades. Lo demás lo pone el individuo con su ingenio y esfuerzo. Porque volver a la gente dependiente es una manera de coartar su libertad. Personalmente yo no quiero a un Gran Hermano. Prefiero a un tío lejano que no sea tan sabiondo, que sea humilde, que esté abierto a la crítica y por sobre todo, que no me quiera imponer su particular visión del mundo.

Conozca los beneficios exclusivos para
nuestros suscriptores

ACCEDA YA SUSCRÍBASE YA