Los colombianos somos más

Los colombianos todavía no nos reponemos del vil asesinato de Miguel Uribe, toda mi solidaridad con su esposa, sus hijos y su familia, un abrazo de corazón. Esos disparos no fueron sólo contra él, ese terrible día atentaron contra toda Colombia, nos hirieron en lo más profundo a cada uno de los ciudadanos, pusieron a tambalear nuestra democracia y uno de sus principales pilares, ejercer la oposición. Este tipo de actos terroristas pretenden generar zozobra entre los ciudadanos y acallar las voces de quienes manifiestan su opinión contraria al Gobierno.

La ocurrencia de estos atroces hechos terroristas debería causar que la sociedad reaccione, entienda que existe un bien superior y se despierte una conciencia colectiva de unión. Es indispensable que prevalezca el interés general frente a los intereses particulares, resaltando la necesidad de la defensa de la Nación, sus instituciones, sus libertades, así como la creación de un ideario de futuro, un sueño colectivo que motive a la población a superar las diferencias y a lograr los consensos para trabajar por un país y salvar a Colombia.

Con distintos matices y en distintos momentos, Colombia ha llegado a esos importantes acuerdos para superar las profundas diferencias y las mayores crisis que hemos podido afrontar. Desde nuestra independencia y con distintos ejemplos podemos afirmar que lo hemos logrado. Entre otros momentos, se resalta el proceso constituyente de 1991 con el fin de superar uno de los mayores momentos de violencia, así como el Frente Nacional para acabar la guerra entre liberales y conservadores. Podrán existir todo tipo de reparos históricos pero el hecho en estos dos acontecimientos es que se logró un gran acuerdo nacional.

Hoy es momento de unirnos alrededor de una causa común, la seguridad, en la cual se enfrente de forma real y contundente a la delincuencia, se reitere que los grupos armados son terroristas y sobre todo, que el Estado no puede sucumbir ante los delincuentes. Sin embargo, este propósito colectivo no se reduce únicamente esta, debe convocar a todos quienes creemos en la libre iniciativa privada, en la importancia de los empresarios sin importar su tamaño u origen para el desarrollo del país, debe congregar a quienes somos defensores de las libertades, del derecho a disentir, a tener una prensa libre, a ejercer la oposición con plenas garantías, a quienes defendemos la propiedad privada, a las instituciones, la separación de poderes y la democracia.

Llegó la hora de que recuperemos el orgullo de ser colombianos, de soñar con un futuro mejor, de reconocer los inmensos avances que hemos logrado y defenderlos de las propuestas que los quieren destruir. Nuestro país puede sobrevivir a este Gobierno que nos ha puesto al límite y nos ha demostrado el peligro que representa el populismo y la improvisación, que ha querido destruir los cimientos de nuestra sociedad, que ha puesto en riego nuestro sistema de salud, que desconoce nuestras instituciones, que estigmatiza y que pone en riesgo a quien se atreve a disentir. Podemos levantarnos y superar esta horrible noche y no correr el riesgo de que este modelo se consolide en 2026.

Es por eso que llegó la hora de unirnos en torno a un sueño que se llama Colombia, a una esperanza de futuro. Todos quienes pensamos igual debemos hallar la manera de unirnos en torno no a una persona, sino a un modelo de país, a unas ideas claras y sencillas y apoyar a quien mejor las represente, debemos comprometernos a rodear a esa persona y acompañarla en su Gobierno, a construirle una bancada en el Congreso que le permita corregir el rumbo y tomar las medidas de urgencia que el país requiere.

Si queremos honrar a Miguel y creemos que existe su legado que se debe preservar, es la hora de unirnos en torno a esos valores que el promulgaba y defendía, los cuales en su mayoría todos compartimos: el amor por Colombia, la libertad, seguridad, defensa del sector privado y las instituciones y, por supuesto, la democracia. No es tan difícil, es ahora o nunca.