MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
Hoy en el mundo el precio promedio de un litro de gasolina está alrededor de US$1,34, pero para hacerlo comparable con Colombia debemos multiplicarlo por nuestra tasa de cambio y posteriormente llevarlo a la medida en que consumimos que es el galón. Si multiplicamos los US$1,34 por $4.109 que es nuestra TRM de ayer y posteriormente la multiplicamos por 3,785 que son los litros que contiene un galón, el promedio mundial del precio de la gasolina es de $20.840. Es cierto, este es el promedio mundial del precio de la gasolina, y que nosotros estamos pagando alrededor de los $9.300. Bueno, asumiendo que fuéramos un país productor, por ese motivo nos podríamos comparar con EE.UU. El precio sería de $18.419.
Como sociedad estamos realizando un esfuerzo descomunal, cercano a 55% de su valor, para que los ciudadanos no veamos incrementado ese bien tan necesario. Para decirlo más claro, todos los colombianos estamos pagando el valor de la gasolina a precios internacionales, pero por la puerta de atrás. No se hace de forma directa cada vez que vamos a una estación, pero lo cancelamos a través del Presupuesto General de la Nación, que destina los recursos para pagar a través del fondo de estabilización de precios que, a su vez, nos permite disfrutar de un muy bajo precio de la gasolina como consumidores. En promedio mensualmente consumimos 192 millones de galones mensuales, esto representa cerca de $2,2 billones en subsidio mensual con los precios actuales.
Claro está que ese subsidio no lo estamos pagando de contado, en el mejor de los casos, lo estamos pagando a lo largo del año siguiente, o lo estamos pagando con deuda, emitimos títulos de la Nación para pagarle a Ecopetrol la diferencia entre el precio de mercado internacional y el que pagamos como consumidores en el país. Esto es posible únicamente por ser productores y refinadores de combustibles, si perdiéramos la suficiencia en hidrocarburos y nos tocara importar como lo sugiere una campaña, seria absolutamente imposible que nos dieran ese crédito y pagaríamos la gasolina a los 20,723 pesos o más, uno sobre otro.
Ante esta realidad y frente al costo que para el Estado y la sociedad representa, se debe analizar sí es este subsidio es el mejor enfocado para atender las necesidades de la sociedad. Los recursos acá invertidos se pueden destinar a atender necesidades básicas o para mejorar la infraestructura del país, la cual nos generaría una disminución en los costos del transporte y mayor competitividad. Por otro lado, en el país venimos hablando insistentemente de la transición energética y de la movilidad limpia. El mejor desincentivo para el uso de los vehículos con combustibles fósiles y en especial con tecnología obsoleta que consumen y contaminan muchísimo más, es que paguen la gasolina al precio que debe ser. La política no debe ser subsidiar la compra de vehículos costosísimos bien sean híbridos o eléctricos. Ese es un beneficio para los de mayores ingresos.
Nuestra política pública impone impuestos a la emisión de carbono, pero el impuesto resulta irrisorio frente al subsidio que el mismo Estado le otorga a quienes lo consumen gasolina. Debemos ser claros y transparentes en estos aspectos, hacer explícitos los valores de los bienes y servicios. Es momento de dar la discusión frente al precio real que pagamos por los combustibles. Es momento que analicemos los destinatarios directos e indirectos de este subsidio. De manera directa estamos subsidiando a quienes más recursos tienen, los dueños de vehículos y motocicletas, ellos son los principales favorecidos. De forma indirecta se puede afirmar que estamos controlando el precio del transporte público, de alimentos y en general de los bienes que consumimos y que con esto ejercemos un control a la inflación que por estos días tanto nos afecta. Es hora de reflexionar si los cerca de 20 billones que este año destinaremos a subsidiar la gasolina pueden tener una mejor destinación.
El trabajo remoto no solo multiplicó la eficiencia: también amplificó la superficie de ataque para actores hostiles que entienden muy bien cómo funciona el capitalismo digital
Vivir del endeudamiento es, en el fondo, sembrar promesas con dinero prestado, una práctica que tarde o temprano pasa factura
La derecha vive su mala hora. Pero aún podría ser, si logra reconocer sus heridas y domar su soberbia, el principio de su redención