Estabilidad e inversión en riesgo

Esta semana el director del DNP manifestó que la Regla Fiscal podría tener modificaciones con el objeto de permitir nuevos gastos en materia ambiental para acelerar la transición energética. Debe manifestarse con total contundencia que esta idea no puede ser más inconveniente y peligrosa. Recordemos que la Regla Fiscal es el establecimiento de un control para evitar que el Gobierno se endeude o gaste más de lo que efectivamente puede pagar. Permitir un mayor gasto, o como lo dice DNP, no registrar como tal los recursos destinados a la transición energética, resulta absurdo.

Existe una frase muy popular que puede visibilizar lo que se propone, “el papel lo aguanta todo”, podemos decir que nuestra deuda no es tal, que tenemos la capacidad de pagarla, pero los números no cuadran. Por mucho que se pretenda negar, la realidad es una y no se puede desconocer. Como se mencionó la Regla Fiscal visibiliza y fija límites para la asunción de deuda pública de la forma más sencilla, mostrando la capacidad de pago que se tiene de la misma en el tiempo.

Como ya está establecido en la misma Regla, existen circunstancias extraordinarias en las cuales se puede rebasar el límite de gasto y aumentar el nivel de la deuda. Un ejemplo de esto se dio con la pandemia del covid- 19, pues el Estado tuvo que asumir mayores obligaciones, recibió menores ingresos por la limitación de actividades privadas y, en consecuencia, endeudarse para atender la situación. Sin embargo, tuvo que mostrarle al mercado que realizaría los ajustes para obtener los nuevos ingresos necesarios para pagar esa mayor deuda.

Es evidente que si el Estado no muestra capacidad de pago, el mercado no va a prestar los recursos que se necesitan o prestará con un mayor interés, más caro y que irremediablemente, se constituirá en una bola de nieve en la cual cada vez se requerirán más recursos de crédito y será más difícil el pago de las obligaciones.

Entendamos que es irrelevante si se modifica o no la ley de la Regla Fiscal, lo realmente importante es que podamos mostrar de manera transparente que vamos a tener mayores ingresos o menores gastos y que en ese escenario tendremos capacidad de pago.

Dado que el esfuerzo para garantizar el pago de nuestras obligaciones no se va a dar por el lado de disminuir el gasto del Gobierno Nacional, el cual por el contrario crece de manera desmedida, debemos demostrar que vamos a generar mayores ingresos para sufragarlas y pagar la deuda que hemos adquirido. Para tal propósito, es absolutamente necesario que exista mayor inversión la cual se constituye en el principal motor de crecimiento de la economía y en el sustento de las finanzas públicas del Estado a través del recaudo tributario.

Bajo esa premisa, resulta sumamente preocupante la vertiginosa caída en la inversión porque estamos poniendo en riesgo nuestro futuro. Observar que en lo corrido del año la inversión privada ha caído en cerca de 14% y que en el segundo trimestre esta alcanzó una disminución de 24%, debe generar señales de alarma. Con esos niveles de inversión es imposible que en el mediano plazo generemos crecimiento económico y que este se traduzca en mayores ingresos para la Nación.

La caída en la inversión obedece a distintos factores, pero sin duda, uno de los más determinantes resulta ser la incertidumbre que generan los constantes anuncios del Gobierno que se muestra hostil al sector privado y pretende una mayor participación del sector público en la prestación de bienes y servicios, mostrando un interés en la estatización de la economía. Así las cosas, se están alineando los factores para generar la tormenta perfecta: mayor gasto público mal enfocado, mayor deuda e indisciplina fiscal, menor inversión privada, menor crecimiento y mayores tasas de tributación a las empresas, los cuales pondrá en riesgo nuestro futuro económico y nuestra sociedad. Es momento de que defendamos la iniciativa privada, las empresas y la inversión como soporte de nuestra Nación.