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La crisis diplomática que vivimos con los Estados Unidos puede tener un impacto incalculable en la economía de todos los colombianos. Es muy común que las personas no entendamos los efectos en nuestro bolsillo, por las decisiones de política, relaciones exteriores y manejo macroeconómico de las finanzas públicas. Sin embargo, somos todos y cada uno de los ciudadanos quienes pagamos las consecuencias.
Cuando nuestro principal socio comercial considera que las declaraciones del Presidente y varios de sus principales Ministros, resultan irrespetuosas, contrarias a la diplomacia y resultan siendo una afrenta contra sus intereses y sus gobernantes y, en consecuencia, deciden tomar medidas como el llamado a consultas de su principal funcionario en nuestro país, resaltando que hoy no hay embajador en propiedad, se puede anticipar, que pueden tomar medidas en materia económica que afectarán el día a día de todos los colombianos.
La primera de ellas puede ser el aumento de los aranceles que por la política del Presidente Trump tendrán un aumento del 10%. Sin embargo, este se puede incrementar en un 10% adicional, con lo cual los productos que exportamos a ese destino, perderán competitividad y pueden ser reemplazados por otros proveedores. En este sentido preocupan varios sectores como el cafetero, el bananero y en especial el de las flores, frente a cual se ha venido perdiendo espacio con competidores como Ecuador.
De igual forma, pueden imponerse barreras de entrada a nuestros productos, lo que sin lugar a duda implicará afectaciones a nuestro sector exportador y traerá consecuencias en materia de empleo, principalmente de mujeres cabeza de familia, reducirá el ingreso de divisas y de inversión, afectando todo el aparato productivo.
De igual manera, puede ocurrir que el Gobierno de Estados Unidos descertifique a Colombia en su lucha contra las drogas, debido al considerable aumento de los cultivos ilícitos y a la decisión de Colombia de frenar extradiciones. De ocurrir la descertificación, la cooperación que recibimos de nuestro principal socio se verá reducida, así como también, el apoyo, la asistencia económica y tecnológica, entre otras.
Adicionalmente, se puede restringir al País el acceso al crédito a través de la banca multilateral, al encontrar oposición de los americanos a este tipo de operaciones, situación que ante la grave situación fiscal que afrontamos puede desencadenar que el país se quede sin caja.
Lo anterior, sumado a la pérdida del grado de inversión, que sin duda, hará que el acceso al crédito sea más costoso, así como a la salida de nuestros títulos de deuda del índice Bloomberg, implicará que tenedores de deuda liquiden sus posiciones y existan menos inversionistas, causando que las expectativas de financiamiento de la Nación no se cumplan, se afecte la tasa de cambio y exista una depreciación importante.
Todo esto puede llevar a que la inflación que se ha venido controlando, empiece a incrementarse de forma considerable, que la incertidumbre en materia fiscal y comercial no permita la reducción de las tasas de interés, se reduzca el acceso al crédito, se deprima aún más la escasa inversión que hoy se observa en el país y, que en consecuencia, se deteriore el mercado laboral en especial el formal, el cual está hoy bastante afectado.
Todos los colombianos nos veremos afectados por tener menor acceso a productos y servicios, pagaremos más por nuestros créditos, tendremos menos oportunidades de empleo y menor calidad de vida.
La grave situación fiscal exacerbada por una crisis diplomática, aunado a la decisión de hacer parte del Banco de los Brics, puede conducir a que el Estado no puedo honrar sus obligaciones, no pueda acceder a fuentes de financiamiento, tenga que destinar mayores recursos al pago de intereses y menos a la inversión, impidiendo así la prestación de sus servicios esenciales. Es hora de volver a la ruta de la diplomacia y a poner los intereses del país por encima de las ideologías.
El primer daño es el tránsito de la búsqueda genuina de la verdad hacia la imposición de la posverdad, donde los hechos dejan de importar y son reemplazados por narrativas conveniente