Ataquemos la inflación

La inflación que estamos observando y la situación que está viviendo el consumidor, presenta niveles realmente preocupantes. La inflación anual que a finales de junio alcanzó un 9.67% y año corrido alcanza el 7,09%, debe generarle al país y en especial a los ciudadanos, una señal de alarma que implica actuar con prudencia y en especial preservar sus recursos y no incurrir en deuda innecesaria.

Al analizar a profundidad este fenómeno se observa con preocupación una serie de factores que deben entrar a monitorearse, entenderse y en lo que esté al alcance resolverse. Es absolutamente preocupante ver el Índice de Precios del Productor IPP, que presenta unos niveles de 32.09% anual y de 19.21% año corrido, esto significa que las cadenas de comercialización o distribución de los bienes transados está asumiendo las diferencias en costos contra su propia rentabilidad, lo cual no es sostenible.

Si bien, nuestro crecimiento económico ha sido ejemplar y es uno de los más altos del mundo, uno de los aspectos preocupantes, es que este tiene un gran componente de consumo de los hogares, razón por la cual, para evitar que este efecto siga impactando en la senda inflacionaria, resulta necesario que el Banco de la República continúe en la senda de aumentar las tasas de interés y así disminuir el alto consumo interno.

Otro de los aspectos que también debe analizarse es el precio de los combustibles. Hoy sabemos con claridad, que el subsidio que el Estado destina a este rubro supera los 20 billones de pesos y que en el Marco Fiscal de Mediano Plazo no se contemplan recursos para continuar con el mismo previéndose su desmonte gradual, por lo tanto, de no aprobarse una reforma tributaria el efecto en la inflación será de dimensiones realmente preocupantes que pueden traducirse en 2 o 3 puntos porcentuales adicionales.

Debe contemplarse la posibilidad de liberar los precios de la gasolina y seguir subsidiando el precio del Diesel para que el efecto sobre el transporte público de pasajeros y de carga sea mucho menor y se dé un efecto redistributivo en el que no se afecte a los más necesitados y no represente un costo fiscal tan alto.

De igual manera, al analizar el costo de vida, uno de los principales factores internos es el valor de los servicios públicos frente a los cuales observamos que la electricidad es una de las subclases que más está aportando para su incremento, dado que la mayoría de los componentes de la tarifa de energía se actualizan con base al IPP del mes inmediatamente anterior, así que a medida vaya aumentando, van incrementando las tarifas de energía, convirtiéndose una bola de nieve que el Estado puede atacar.

El usuario en consecuencia, observa a las empresas de servicios públicos domiciliarios como los responsables del incremento sin entender que son las empresas generadoras de energía, las que realmente reciben esos ingresos por el aumento del IPP sin que su actividad se haya visto afectada por mayores costos. Adicionalmente, las generadoras perciben estos mayores ingresos de los comercializadores, quienes los asumen con su propia caja, tratando de que el usuario final no vea aumentos considerables dentro de su factura. Debe analizarse la posibilidad de que la CREG establezca reglas de actualización del componente tarifario de generación que se ajusten a la realidad del país y no se ate la misma al IPP y de esta forma alivianar la carga que están teniendo los colombianos al pagar sus facturas de energía.

De igual manera es imperativo que la discusión sobre el salario mínimo que se dé para el próximo año no genere mayores efectos inflacionarios, especialmente que no atente contra la senda de recuperación de empleos y que no fomente el aumento de la informalidad. Es momento de que el Estado y sus distintas autoridades ataquen los efectos inflacionarios internos frente a los cuales se tiene margen de actuación como los son las tasas de interés, los costos de la energía, el precio de los combustibles y el salario mínimo entre otros.