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Analistas 16/09/2022

Tarifa efectiva

Jorge Iván González
Profesor de U. Nacional y Externado

En el debate sobre la reforma tributaria se ha puesto en primer lugar la reflexión sobre el significado de la tarifa efectiva de tributación.

El indicador depende de la visión que se tiene del problema. Es claro que el concepto siempre tiene un alcance que supera la medición. Ningún indicador tiene la capacidad de expresar la complejidad del concepto. Por estas razones es importante llegar a un acuerdo sobre la metodología para estimar la tarifa efectiva de tributación de las empresas.

Las aproximaciones han sido muy disímiles, y dependiendo del enfoque, el índice presenta variaciones sustantivas. En el cálculo es fundamental examinar los componentes del denominador y del numerador. Los márgenes entre los que se ha movido la tarifa efectiva son muy amplios. Van desde porcentajes bajos de 4%-5% en los estudios de Garay y Espitia, hasta más de 60%, en las estimaciones de la Andi. En la exposición de motivos de la reforma tributaria, el Ministerio de Hacienda estima la tarifa efectiva en 16,4%.

Gran parte de la diferencia se explica por el denominador. Mientras que la Andi considera la utilidad neta, las otras dos estimaciones incluyen en el denominador los ingresos brutos. Otra parte de la diferencia se puede explicar por los tributos que se incluyen en el numerador. En algunas estimaciones se incluye, además del impuesto a la renta, otros tributos como el ICA, o las contribuciones a la nómina. La diferencia se puede profundizar dependiendo de si se incluyen o no los beneficios y exenciones.

Esta heterogeneidad metodológica lleva a resultados incomparables que oscurecen los términos del debate. Como se trata de nociones completamente diferentes, la categoría analítica a la que hace referencia no son comparables. Las brechas entre las mediciones son significativas.

Es necesario unificar el lenguaje porque de lo contrario el diálogo es imposible. Cuando las diferencias en las mediciones son tan notorias no se avanza en la conversación.

Para entender esta idea es conveniente comparar con otras medidas como, por ejemplo, el PIB o el Gini. Aunque ambas mediciones tienen dificultades intrínsecas, han sido aceptadas, y en las comparaciones internacionales se consideran razonablemente buenas. Existe un cierto consenso en que estas aproximaciones cuantitativas son un buen punto de referencia. Las metodologías se han unificado y las categorías analíticas son comparables. Cuando se dice que el Gini de Colombia es superior al de Alemania, hay un acuerdo implícito sobre la pertinencia de la medida. Y los cálculos en cada caso se hacen de la misma manera. Lo mismo sucede con el PIB.

No sucede lo mismo con la tarifa efectiva, porque la medición no se ha estandarizado. Esta falta de consenso sobre la medida, lleva a conclusiones de política económica radicalmente distintas. Para la Andi la tributación de las empresas es altísima, pero para Garay y Espitia es bajísima.

Para continuar con la discusión es importante que los términos del lenguaje se unifiquen, y que sean compatible con los criterios utilizados a nivel internacional, como los propuestos por la Ocde. Sin la depuración de la medida, es imposible que las comparaciones sean adecuadas. La confusión que se está presentando es evidente, y no permite avanzar en el debate. Las partes que participan en la discusión deberían llegar a un acuerdo inicial sobre la forma de medir.

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