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Analistas 01/02/2019

Paciencia Federal

El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, anunció el miércoles pasado que el Banco Central estadounidense mantiene las tasas de interés, y que tendrá un compás de espera mientras observa el desarrollo de la economía mundial durante 2019. La entidad dejó sin cambios las tasas en el rango actual entre 2,25 % y 2,5 %. Powell explicó que la Reserva Federal por un tiempo será “paciente” para continuar con los aumentos en el costo del dinero. Los analistas del mercado esperan al menos dos aumentos para segundo semestre, pero desde el gobierno, la línea editorial busca bajarlas.

“Los números económicos se ven muy bien. ¿Te imaginas si tuviera tasas de interés CERO a largo plazo para jugar como la administración anterior, en lugar de las tasas normalizadas que hemos aumentado rápidamente hoy en día? ¡Eso hubiera sido TAN FÁCIL! Aun así, ¡los mercados suben a lo GRANDE desde las elecciones de 2016!”, escribió en su cuenta de Twitter @POTUS el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, después de conocer la decisión de la Reserva Federal. Recordemos que fue Trump quien nominó a Powell en 2017, pero ya estamos acostumbrados a que en cualquier momento los funcionarios pierden el apoyo del presidente y se enteran vía Twitter.

En la reunión del trimestre anterior en diciembre, Powell había anunciado alza en la tasa de interés, que supuso la cuarta subida del año pasado. En esa ocasión, Trump atacó repetidamente a la Reserva Federal en sus declaraciones, señalando que la volatilidad de los mercados financieros mundiales se debía principalmente a los aumentos constantes del banco central. El mandatario aseguró que el “único problema” para la economía de Estados Unidos comenzaba por ahí.

La Fed se está acercando al punto en el que necesita ajustar el plan de su balance, no por el estado de la economía estadounidense realmente, pues se ve más sólida que en años anteriores, sino por los ajustes en los mercados de corto plazo. La paradoja entre equilibrio de nivel de tasas y el balance a corto plazo es un dilema en el que los grandes economistas y académicos tienen diferentes posiciones. Dicho dilema, al que se ha enfrentado la Fed desde la época en donde su presidente era el recordado Ben Bernanke, quien enfrentó la crisis financiera de 2008, todavía tiene secuelas sobre el mercado. A medida que la cartera ha disminuido, los bancos han recortado las reservas que mantienen en la Fed en cantidades mucho mayores, lo que ejerce presión sobre la capacidad para ajustar la tasa de corto plazo, la que realmente se usa para controlar la política monetaria.

Tal como se explicó ayer en La República, este efecto en nuestro país seguramente va a conducir a una tasa de cambio cercana a $3.000 por dólar en el corto plazo. El panorama externo, incluyendo la indecisión del Brexit, y el efecto de la posible devaluación del yuan, van a comenzar a impactar también a nuestra moneda de manera indirecta durante el período. La recuperación de la economía mundial se observa lejos y cada vez hay mayor consenso en que entramos todos en un duro período de desaceleración, lo que mal manejado, muchas veces termina en recesión. Estamos en una situación en la que los agentes del mercado tienen un temor a una crisis, pero los datos macroeconómicos de Estados Unidos son sólidos. Una situación claramente contradictoria y difícil de explicar para los académicos. Nada común en todo caso tratar de explicar que la Fed ingresa en modo “paciencia”.

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