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Analistas 16/06/2016

Fútbol en un país en luto

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Cuando la Selección Colombia salte esta noche a la cancha del Metlife Stadium de Nueva Jersey, será la tercera vez consecutiva en que nos enfrentamos a la Selección de Perú en la Copa América. El año pasado en Chile, el partido correspondía a la última fecha de la fase de grupos. Colombia venía de ganarle a Brasil y perder con Venezuela. Con los peruanos empatamos 0-0 y clasificamos como mejores terceros y luego nos enfrentamos con Argentina, otro 0-0, que se definió por penales en favor del equipo gaucho. En la anterior ocasión, Copa América Argentina 2011 nos enfrentamos en esta misma instancia a Perú y perdimos 2-0, ese día Falcao falló un penal. La estadística total tampoco nos favorece ya que solo hemos podido ganar dos veces a los peruanos en las distintas copas. Ellos nos han ganado siete veces. 

Para la Selección también es un partido importante, ya que la última vez que superamos esta instancia de cuartos de final fue en 2001 cuando organizamos la competición y eventualmente llegamos a la final y le ganamos a México en el Campín. Solo en 1991 habíamos estado en el cuadrangular final y antes de eso fuimos finalistas en 1975, justamente frente a Perú, que nos ganó la final en un tercer partido de desempate en Caracas, luego de repartirse los puntos en enfrentamientos en Lima y Bogotá. Ahora tenemos equipo para cambiar la historia, pero los peruanos vienen con las credenciales de haber eliminado a Brasil en la fecha anterior. 

El entorno de New Jersey, a diferencia de los partidos anteriores en Santa Clara, Pasadena y Houston, es de mucha mayor presencia de colombianos que viven en esta zona de EE.UU. Se puede esperar una muy grande asistencia de colombianos al estadio. La verdad en los estadios, salas de prensa y en los hoteles donde se concentran los equipos, son los únicos sitios en donde se vive y respira Copa América. En el resto del país no existe la Copa América Centenario. Al hablar con las personas en las calles, metros, droguerías, restaurantes la gente no entiende qué es lo que vinimos a hacer acá. Los periodistas latinos que cubrimos el evento parecemos extraterrestres en un país en donde por supuesto hay otras prioridades deportivas, de entretenimiento y de su día a día.

La semana que termina no ha sido nada fácil para los norteamericanos, luego de la tragedia del club Pulse en la madrugada del domingo pasado en Orlando. Salvo las cadenas deportivas que algunas hablan de Copa América, el resto de medios de comunicación han desarrollado el sentimiento postraumático que se vive en este país. Revivió el debate de la facilidad de conseguir armas en almacenes y cadenas comerciales. 

Las campañas presidenciales se han dedicado a sacar frases convenientes al respecto, y cada uno está sacando provecho de la masacre para ganarse los votos de la comunidad Lgbti. Se oyen propuestas sin sentido como que la gente en la discoteca tuvo que haber tenido un mayor acceso a armas para defenderse del atacante, discurso que obviamente le conviene a la Asociación Nacional de Rifle, organismo que siempre ha apoyado diversos grupos de políticos, especialmente congresistas.

El común sentir del norteamericano, por lo que se alcanza a percibir, es de paranoia y de decepción. El ambiente es verdaderamente preocupante. Los odios a minorías, rechazo a extranjeros, racismo y por supuesto la tensión invisible entre blancos y negros (aunque aquí los llamen afroamericanos) se han recrudecido. 

El evento trágico de Orlando es apenas un síntoma de la enfermedad, y aunque el ataque se lo ha adjudicado el Estado Islámico, todos saben que aquí hay un gran grupo homofóbico que propaga el odio. Tampoco se ve un cambio en el corto plazo al tema de venta de armas de manera indiscriminada. Mientras eso no cambie, las masacres seguirán. Nosotros cubriendo la Copa, observamos desde nuestra mirada extranjera cómo el país se sigue dividiendo y no han caído en la cuenta de la bomba de tiempo en la que viven. A este paso, un día se van a disparar entre todos.

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