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Analistas 20/03/2020

El precio de sobrevivir

Un antiguo jefe que tuve en mi paso fugaz por la banca de inversión me enseñó, entre otras, una de las mejores frases de toda la economía. Luis Carlos Valenzuela, exótico, amado por unos y odiado por otros, resultó contratándome para uno de mis primeros trabajos luego de mi grado como Matemático de Los Andes.

En Corfivalle tuve largas sesiones de duro aprendizaje con Valenzuela. Quedaron pendientes unos modelos matemáticos y económicos que nunca pudimos materializar. El día a día, los modelos financieros para valorar empresas, las emisiones de bonos y las visitas comerciales evaporaron nuestras discusiones. Lo pude ver hace poco y retomamos nuestras charlas en el mundo de las ecuaciones y los números. Valenzuela decía continuamente: “El precio de un activo, de un objeto, una cosa, es lo que alguien más esté dispuesto a pagar por él”.

Algunas de las discusiones bizantinas que observo en redes sociales entre los mismos expertos en economía, son verdaderamente vergonzosas. Muchos con supuestos desdibujados, hablando de reactivaciones de ciclos económicos, impacto de la baja del consumo, freno a los sectores y medidas de choque. Hoy, debemos aceptar que la coyuntura que nos trae esta realidad del inicio de 2020 es un clásico cisne negro, que nadie pudo predecir y se está llevando por delante todo lo que encuentra. ¿Cuánto vale un pasaje aéreo cuando no se sabe si la aerolínea se puede quebrar en pleno vuelo? ¿Cuánto vale una fruta, si es la última que vamos a probar o ver en meses o años? ¿Cuánto vale una atención prioritaria al médico de un adulto mayor? Hay gente que pagaría millones si sabe que esa visita puede salvar la vida de un ser querido. ¿Cuánto vale el servicio de agua potable? El Ministro de Vivienda Malagón acaba de reducir temporalmente el valor a cero de una reconexión por una coyuntura sanitaria y humanitaria.

Los precios de productos y servicios se dinamizaron, a la baja unos, por las nubes otros. En todo modelo de microeconomía, se puede hablar tranquilamente de elasticidades del precio a la demanda o a la oferta. Todo eso supone condiciones normales y equilibrios hoy inexistentes. El cisne negro actúa como un caucho que estira ofertas, demandas, amplifica o reduce las magnitudes y destruye supuestos fundamentales. Hoy, nadie le puede decir a nadie si el dólar va a seguir escalando hasta $5.000 o si en $4.500 va a rebotar con fuerza para corregir y volver a la tasa del inicio de mes. Está correlacionado (a veces) con los cambios abruptos del precio del petróleo, en donde estamos observando niveles de hace muchísimos años. 2020 es un año de elecciones en EE.UU. y la actual pelea ente Arabia Saudita y Rusia no tiene buena cara. Lo único que se puede esperar es mayor volatilidad para ambos lados. Bancos, servicios públicos, empresas de telecomunicaciones y todo el sector salud deberán aguantar el golpe y seguir sirviendo a la sociedad sin mirar los estados financieros.

Nosotros en los medios, debemos ser mucho más conscientes de nuestra responsabilidad actual. Los mensajes que entregamos al país pueden ser esperanzadores o devastadores. Los que comunican en medio de las crisis, y lo hacen bien, resultan ser los que no tienen precio. Como seres humanos hemos creado lenguajes, inventado tecnologías y explorado el universo. Seguro salimos de esto también. No se fijen por ahora en los precios. Cada humano y su familia están ante el escenario de sobrevivir y eso no tiene precio.

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