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Hay algo profundamente irónico en el mundo de la inteligencia artificial empresarial. Mientras las grandes corporaciones gastan fortunas en implementaciones que fracasan estrepitosamente -95% según MIT-, una revolución silenciosa está ocurriendo en las oficinas más modestas del mundo. No en las torres de cristal de Silicon Valley, sino en las empresas medianas que nadie menciona en las conferencias de tecnología. He observado este fenómeno durante meses, y cada vez me convenzo más de que estamos presenciando una de las disrupciones más fascinantes de nuestro tiempo. No se trata de algoritmos sofisticados ni de científicos de datos con doctorados. Se trata de algo mucho más elemental y poderoso: la inteligencia práctica aplicada a problemas reales.
La gran paradoja
La desconexión es tan evidente que resulta casi cómica. Mientras las grandes empresas invierten en promedio $400.000 en aplicaciones de IA que apenas generan retornos de 5%, las pequeñas y medianas empresas han adoptado la inteligencia artificial con una naturalidad que desafía toda lógica corporativa. El 89% ya la utilizan, no porque tengan una “estrategia de transformación digital”, sino porque funciona. Esta diferencia no es accidental. Es el resultado de dos filosofías completamente opuestas sobre cómo debe adoptarse la tecnología. Las corporaciones planifican, las empresas medianas experimentan. Las corporaciones implementan, las empresas medianas adaptan. Las corporaciones buscan la perfección, las empresas medianas buscan la utilidad.
El arte de la guerra tecnológica
Lo que en este punto podríamos denominar “IA de Guerrilla” no es una estrategia consciente, sino una mentalidad. Es la diferencia entre construir una catedral y ganar la batalla de mañana. Los guerrilleros de IA han desarrollado, casi por instinto, cuatro tácticas que las escuelas de negocios deberían estudiar. La primera es la automatización invisible. En lugar de anunciar pomposamente que están “implementando IA”, simplemente integran capacidades inteligentes en el software que ya usan.
La segunda táctica es el ecosistema de micro-eficiencias. Los guerrilleros no buscan automatizar procesos completos -eso es para las corporaciones con sus ejércitos de consultores-. Buscan eliminar fricciones específicas. La tercera es convertir a ChatGPT y sus hermanos en lo que llamo el oráculo de bolsillo. La cuarta táctica es la democratización del contenido profesional. Herramientas como Jasper, Invideo y Grammarly han eliminado las barreras tradicionales para crear contenido de calidad.
La mentalidad del camaleón
Lo más interesante de los guerrilleros de IA es su mentalidad. Operan con una lógica que las escuelas de negocios no enseñan pero que la evolución ha perfeccionado durante millones de años: la adaptación pragmática. Se trata de desarrollar la capacidad de experimentar, fallar barato y adaptarse rápidamente. Se trata de construir lo que podríamos llamar “inteligencia organizacional”: la habilidad de aprender a aprender.
“Aquellas empresas que se relajen al mundo menguante de los bienes y servicios quedarán irrelevantes. Para evitar este destino, debes aprender a montar una experiencia rica y cautivadora”. B. Joseph Pine II
Este gobierno, aun con buenas intenciones, ha insistido en cambiar la regulación, exigir tarifas justas y acelerar la transición energética. Pero por no saber cómo hacerlo
Es un deber para las autoridades municipales, departamentales y nacionales, prestar especial atención a estos dos municipios, pues vamos a lamentar como sociedad lo que allí ocurre y tenemos la solución en nuestras manos