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Analistas 20/03/2024

Impulsar la innovación tecnológica

Hugo Díaz Luna
Profesor INALDE Business School

Las empresas enfrentan el desafío constante de adoptar y adaptarse a las nuevas tecnologías para mantenerse competitivas y relevantes. Una de las principales barreras para la innovación disruptiva es la tendencia a subutilizar la tecnología disponible, fenómeno conocido como “ley de ‘demi’ Moore”, la cual sugiere que los seres humanos solo aprovechamos la mitad de la tecnología a nuestro alcance en cualquier momento, limitando así nuestro potencial para transformar modelos de negocio a través de la implementación de nuevas soluciones tecnológicas.

Para superar este desafío, es fundamental adoptar un enfoque holístico hacia la tecnología. Según Warren McFarlan, profesor de Harvard, el diseño tecnológico debe orientarse hacia la consecución de uno de cuatro objetivos estratégicos, dependiendo de la naturaleza y las necesidades de la organización: soporte, operación, transformación de modelos de negocio o estrategia competitiva. En el caso de soporte, ni la confiabilidad ni la modernidad son relevantes ya que son tecnologías de apoyo a ciertos momentos empresariales. En operación solo es relevante la confiabilidad porque implica que la empresa funciona como una fábrica donde lo tradicional es suficiente. En modelos de transformación, la modernidad es muy importante porque se requiere probar las últimas tecnologías y, finalmente, está el objetivo estratégico donde la tecnología es vital para la sostenibilidad del modelo de negocio.

Las empresas deben ser conscientes de que la compra de tecnología por sí sola no garantiza el éxito en entornos de innovación disruptiva. En cambio, es crucial adoptar prácticas efectivas que aseguren la correcta adopción y aprovechamiento de las tecnologías disruptivas hacia una correcta construcción de tecnología en cualquier organización. Estas incluyen:

Evitar la urgencia y la moda en la adopción tecnológica. Tomarse el tiempo necesario para comprender cómo cada tecnología puede optimizar los procesos y mejorar la experiencia del cliente o usuario final.

Adoptar un diseño tecnológico “best of breed”. Seleccionar la mejor tecnología para cada proceso específico, en lugar de soluciones “todo en uno” que pueden no ser las más adecuadas para cada necesidad.

Fomentar una cultura de innovación abierta. Estimular a los “hackers” organizacionales, es decir, a aquellos que entienden los sistemas mejor que sus propios creadores y trabajar con ecosistemas de innovación que permitan un uso más creativo y eficaz de la tecnología.

Priorizar el acceso sobre la propiedad. Considerar modelos como servicio que lleven a un acceso flexible y escalable a la tecnología, en lugar de enfocarse exclusivamente en la propiedad de soluciones tecnológicas.

Promover la motivación intrínseca y la transparencia. Impulsar el uso voluntario de la tecnología dentro de la organización, fomentando un entorno donde la transparencia y la generación de valor sean los principios rectores en la redefinición de modelos de negocio.

Las empresas pueden superar la “ley de ‘demi’ Moore” y aprovechar al máximo el potencial de la tecnología para impulsar la innovación disruptiva. Esto no solo permitirá la transformación de los modelos de negocio existentes, sino que también posicionará a las organizaciones para competir más efectivamente en el dinámico mercado actual.

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