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La próxima enciclopedia del mundo puede que no la escriban personas, sino una inteligencia artificial. Recientemente, Elon Musk lanzó Grokipedia, su alternativa a Wikipedia: mientras la enciclopedia colaborativa reúne más de 7 millones de artículos escritos por voluntarios, Grokipedia genera cerca de 900.000 entradas creadas por inteligencia artificial, IA.
Wikipedia nació en 2001, y pocos años después, su modelo colaborativo y gratuito le permitió superar a Encarta, la enciclopedia digital de Microsoft, que salió del mercado en 2009.
En octubre pasado, Wikipedia recibió alrededor de 3.700 millones de visitas, lo que la posicionó como el sitio web número 13 por tráfico a nivel global. Sin embargo, de forma paulatina ha ido perdiendo visitantes por el auge de los asistentes de IA, con una reducción cercana a 8% de su tráfico en el último año, según Wikimedia, su organización matriz.
A pesar de esta reducción en el tráfico, la importancia de Wikipedia se magnifica por ser una fuente de información confiable para muchos asistentes de IA, estimándose que representa entre 3% y 5% de los datos de entrenamiento de estos modelos.
Tal como lo señalan en su sitio web, “Wikipedia es el mayor proyecto de recopilación de conocimiento jamás realizado en la historia de la humanidad”. Editorialmente, promueven el punto de vista neutral, aunque reciben críticas sobre el sesgo ideológico desde distintos frentes: por un lado un sesgo de género y geográfico, dado que la mayoría de editores de artículos son hombres provenientes de países del norte global; su fundador, Jimmy Wales, actualmente activo, reconoce qué artículos concretos pueden estar sesgados; otras voces hablan de un sesgo generalizado hacia el pensamiento de izquierda, y en el extremo se ubica Elon Musk, quien la denomina despectivamente como “Wokipedia”.
La batalla ideológica entre Wikipedia y Grokipedia es un episodio más en la disputa por quién define qué es “verdad”, qué es “hecho” y qué entendemos por “neutralidad” en la era digital. Una fase previa de esta disputa se dio con la compra de Twitter -hoy X- por parte de Elon Musk en 2022.
Esto nos deja con un dilema fascinante y, a la vez, inquietante: ¿cómo podemos determinar la veracidad y la relevancia de las fuentes donde buscamos información?
En este punto entra en escena otro actor: los algoritmos de las redes sociales -hoy uno de los principales canales a través de los cuales consumimos noticias-, que operan bajo un principio básico: cuanto más interactúas con cierto tipo de contenido, más de eso te muestran, para mantenerte enganchado y conectarte con publicidad y mensajes altamente segmentados.
Ante esta situación, surgen alternativas como Ground News, un portal que califica el sesgo ideológico de las noticias para ayudar al lector a construir una visión más completa al contrastar diversas fuentes.
Aún recuerdo la frase de un profesor en el colegio: “la historia siempre la escriben los vencedores”, cita que algunos atribuyen a Winston Churchill.
Pero, en este mundo digital que ofrece recompensas instantáneas al usuario -y donde los algoritmos priorizan lo que maximiza nuestra atención-, esa sentencia podría estar mutando hacia algo distinto: “la historia que recibes la escoge el algoritmo publicitario”.
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