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Analistas 23/01/2021

Política y procesos públicos

Gustavo Moreno Montalvo
Consultor independiente

La política atañe a todos los miembros de cualquier conjunto humano. Hoy casi toda la población del planeta lee y escribe. Es natural el deseo universal de incidir en lo que afecta a la vida cotidiana. Se decide con el beneficio propio de cada quien como criterio de mayor importancia. Es invaluable la democracia, el gobierno del pueblo, como propósito, así en la práctica siempre haya personas con más impacto en las decisiones. Se puede definir reglas mediante la participación directa, practicada en Suiza, o la representación por terceros. Toda sociedad debe establecer canales adecuados para escoger entre opciones, criterios para establecer el liderazgo que guiará los procesos, y ámbitos geográficos de gobierno. Hasta hace un siglo la mayoría de la población mundial era rural, las comunicaciones limitadas, y el analfabetismo la regla.

La formación de clases asalariadas subordinadas como consecuencia de la revolución industrial del siglo 19 dio pie a fisuras en las relaciones entre capital y trabajo que permearon la política durante muchas décadas. Hoy el asunto es más complejo: existen grupos de poder no institucionalizados que penetran las estructuras políticas y promueven aspirantes a papeles protagónicos cuyo discurso enarbola el interés general pero cuyos propósitos favorecen objetivos particulares. El conflicto de intereses se acentúa por la dificultad para financiar las campañas políticas, asunto más complejo entre mayor sea el ámbito relevante.

En consecuencia, conviene dar papel central a la comunidad local para mitigar los riesgos de conflicto de intereses: las ventajas comparativas relativas son propias de la ciudad región y el plan estratégico para aprovecharlas se debe diseñar desde lo local. Las opciones que requieran financiación deberán competir por recursos nacionales o regionales a asignar con apoyo en evaluaciones de beneficio, costo y riesgo.

Además es necesario ordenar ideas mediante esquemas que aborden los interrogantes relevantes del momento, y construir partidos políticos con papel efectivo en financiación de procesos para persuadir a los electores, y en el ordenamiento de los programas y proyectos para materializar los planes de desarrollo social y económico. Los partidos deben ofrecer propuestas sólidas y consistentes, pero además deben incorporar en su definición programática espacios para la crítica, pues el mundo cambia, lo que exige ajuste a nuevas realidades, y para selección de aspirantes idóneos para cargos de elección. Los mecanismos para presentar y comparar propuestas de diversos partidos deben normalizarse para facilitar la evaluación a cargo de los votantes.

Más allá, es preciso diseñar procesos públicos con elementos propicios para la escogencia de personas virtuosas, con sentido práctico, mesura en aspiraciones, conocimiento adecuado para escoger con racionalidad entre diversas opciones, visión amplia y, por supuesto, sentido crítico. La selección siempre será difícil; es de destacar la importante proporción de personas en lo público con propósitos propios fijos, sin disposición a aceptar argumentos de contrapartes, y compromiso obsesivo con el objetivo de salir elegidas. La forma más eficaz de evitar sociópatas es establecer cúpulas corporativas en la administración. Vale la pena ensayar fórmulas imaginativas ante la evidente ineficacia de las instituciones colombianas de hoy.

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