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Analistas 26/03/2022

Instituciones y justicia hoy

Gustavo Moreno Montalvo
Consultor independiente

El mundo está rezagado en el aprovechamiento de las posibilidades que la cibernética ofrece para facilitar el cumplimiento del propósito ético esencial: tener justicia efectiva. Es preciso reflexionar en forma sistemática para cumplir con la expectativa social de adecuado aprovechamiento de recursos humanos y técnicos sin precedentes en la historia a disposición del más importante objetivo: asignar a cada uno lo que le corresponde.

En primer lugar, es necesario que quien establezca las reglas para juzgar haga su tarea de manera acertada; ello no libra del problema de sesgo en las normas ni en los pronunciamientos, porque es imposible plena objetividad, pero habrá importantes avances cuando la labor de legislar esté en manos de personas ilustradas y virtuosas. Siempre habrá errores en la tarea; es imposible no equivocarse a veces en la elección de legisladores, pero el reto de escribir las normas de manera clara, sintética y consistente amerita asignar los mejores recursos a la selección.

En segundo lugar, la cúpula de la justicia deberá educar a todos los funcionarios de la rama de manera permanente y sistemática para producir sentencias consistentes en todas las instancias; se debe permitir la innovación con fundamento adecuado y con sujeción a procesos rigurosos para mitigar el riesgo de ejercicio arbitrario de la autoridad. Producir sentencias sintéticas no solo exige procesos de selección acertados; también requiere capacitación permanente; la carrera judicial debe concebirse como misión vocacional vitalicia. Como corolario, los litigantes también deben cultivar síntesis y precisión. En tercer lugar, deben establecerse sistemas de información eficaces para facilitar la divulgación de normas y jurisprudencias, y aprovechar hallazgos fruto de la investigación que ameriten ajuste de criterios. Además, es preciso diseñar el tránsito a herramientas de inteligencia artificial.

La automatización no garantiza justicia, pero hace más fácil aplicar las reglas de manera uniforme y eficaz. Si bien no es posible establecer criterios permanentes para tomar decisiones, es importante revisarlos en forma ordenada; se encontrarán nuevas incógnitas tras cada solución a las anteriores, y ello marcará la búsqueda perpetua de la excelencia. Las circunstancias actuales, diferentes de las prevalentes en todas las épocas precedentes, exigen mejores instituciones públicas para lograr justicia. Se deben revisar linderos: muchos sistemas penales regionales en ámbitos federales son inapropiadas para administrar oportunidades y amenazas de carácter global, de creciente importancia: incluso conviene a todos mayor integración política para atender los retos de alcance mundial.

En el siglo sexto después de Cristo, Justiniano impulsó la compilación de las normas que conforman el derecho civil romano. Para ello vinculó las mejores mentes jurídicas del imperio. Desde el siglo 11 esa compilación se usó de nuevo en Europa en forma creciente. Napoleón la tomó como fuente para el marco legal de Francia y de allí se extendió su uso a buena parte de Europa, Latinoamérica y Luisiana. El ordenamiento racional de normas y criterios para juzgar no es, pues, algo nuevo, y la tecnología actual hace muy conveniente el esfuerzo. El proceso tendrá muchos beneficios directos e indirectos. El resultado final puede aportar elementos muy importantes para la convivencia armónica.

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