¿Y dónde estaba la Fedecafé?

Aparece en la gaceta oficial, un texto conciliado entre Senado y Cámara de Representantes, de una nueva ley sobre asuntos cafeteros “Por la cual se adoptan medidas para contribuir al bienestar del sector cafetero, se incentiva el consumo interno, se autoriza la creación del programa de donación “quiero a los cafeteros”, se declara el café como bebida nacional y se crea el piso mínimo de protección social.”

La primera pregunta que surge es, en dónde estaba la Federación de Cafeteros mientras el Congreso daba trámite a esta absurda ley, que en esencia le retira facultades hasta ahora del gremio como administrador del Fondo Nacional del Café y como defensor de los intereses de los cafeteros ante todos los poderes públicos.

Define quién es un pequeño productor y quién es un recolector, creando una camisa de fuerza que sólo va a servir de obstáculo a los cafeteros, contraviniendo las ley y la costumbre que hoy rigen la actividad.

También se crea -por ley- un programa de donación voluntaria máxima del 20% del valor consumido, que reglamentará el gobierno con destino a la vejez de los cafeteros.

Para algunos consumidores ofensiva, ya que llevan cerca de cinco años en bonanza cafetera. Más bien parece un chiste, pero en el fondo, son unos parlamentarios creando leyes populistas -para invocarlas en la próxima campaña en busca de la reelección- al parecer con la complacencia de los directivos gremiales.

De otro lado, declaran el café como bebida nacional, lo que ha merecido la gratitud pública del gerente, algo sin ningún significado.

Pero lo mas grave, encarga de la promoción del café colombiano al Ministerio de Agricultura, en coordinación con el Ministerio de Comercio Industria y Turismo y la agencia presidencial de cooperación internacional, que diseñarán e implementarán estrategias de promoción del café en el exterior -y en el interior del país-, articulado con las administraciones departamentales y municipales, las cámaras de comercio y las entidades sin ánimo de lucro.

En conclusión, dejan a la Federación sin gran parte de sus responsabilidades, ya que le encargan al nuevo organismo hasta el desarrollo de una marca colombiana por medio de estrategias de comunicación.

Increíble, pero la ley ordena al Minagricultura y a las secretarias de agricultura, institucionalizar la Feria Nacional de Cafés Especiales, algo que hace varios quinquenios organiza la Fedecafé y ni siquiera la mencionan en la ley.

Obligan a las entidades publicas a que compren el mejor café del país, para lo que tendrían que cuadruplicar su presupuesto, y determinan el uso de café en la alimentación escolar.

Para darle gusto a los cafeteros grandes -el 1% que declaran renta- estipula la posibilidad al recolector de cotizar a la seguridad social por el 40 % del ingreso con el fin de que el dueño de la finca lo pueda deducir.

Nadie entiende qué papel jugó la Federación en el trámite legislativo, porque parecería que con su complacencia perdió la mitad de su oficio. Con esta ley crearon otro hijo del Fondo y la Federación, como con la Ley 1969 -Fondo de estabilización- pero con esta, casi matan al padre.

La iniciativa y todas las ponencias estuvieron a cargo de parlamentarios del Centro Democrático, con la excepción de una Liberal. ¡Con amigos así, para qué enemigos!